Explicación y Dedicatorias

Los textos aquí expuestos son una serie de historias escritas por mí como autor aficionado que desearía dar a conocer.

Reconozco que los primeros seis capítulos están bastante "verdes" en lo referente a madurez literaria, por lo que es a partir del septimo capítulo donde considero presente una mayor elaboración y renovación del estilo. (Demostrada en el argumento de dicho capítulo).

A pesar de ello, mantengo esos seis capítulos como una forma de dar a conocer los origenes de mi querido personaje, así como de mi trayectoria literaria y también porque, al igual que un padre jamás reniega de sus hijos, cualesquiera que sean sus defectos, ningún escritor debe jamás avergonzarse de ninguna de sus obras.

martes, 6 de julio de 2010

Un gnomo en Ventormenta.
3º Capítulo: No te fíes de un Defias.


Kronüs llevaba unos días en Ventormenta. Se había unido a la Orden del Alba Carmesí e incluso había hecho un buen amigo; sin embargo, nuestro querido amigo no había salido de Forjaz para quedarse en otra ciudad, por eso, decidió salir unos días para visitar otras zonas nuevas y volver unas semanas después. Hoy era el día.

Nos encontramos en Ventormenta, bien entrada la tarde, en el Distrito del Casco Antiguo. Vemos una pequeña sombra entrando en el Cerdo Borracho.

En el interior del bar vemos a Daríus hablando con un draenei alto y fibroso. Daríus parecía ensimismado en la conversación cuando de repente giró la cabeza a tiempo para ver a Kronüs con algunas heridas, un bastón con unas piedras rojo fuego incrustadas en una mano y una ardilla bastante extraña junto a él. Daríus no sabía qué tenía de especial aquella ardilla, no sabía si era por sus movimientos, el brillo de sus ojos verdes o el hecho de que estaba hecha de metal.

-¡Gnomete!- Exclamó Daríus.

-Muy buenas, Daríus. Ya veo que me has echado de menos, jajaja.-

-¿Yo?...-Daríus bufó.- Que va…-

Ambos amigos se quedaron en silencio mirándose el uno a otro y de repente rompieron a reír.

Cuando acabó de reír el gnomo, reparó en el draenei, sentado frente a su amigo, era bastante musculoso y también muy resuelto, tenía algo que delataba un gran carisma oculto.

-¡Oh! Él es….-Entonces Daríus cayó en la cuenta cuando el draenei le guiñó un ojo, gesto que Kronüs no percibió-…Es un amigo de la Orden.-

-¡Oh! Un placer conocerle- Contesto Kronüs.

De repente la ardilla mecánica escaló la armadura de Daríus y se tumbó

-¡Ay!- Exclamó el humano- ¿Qué demonios es este bicho? - Pregunto señalando el pequeño ser mecánico, el cual se encontraba ahora en su cabeza agarrándose a su melena rubia.

-Es mi nueva mascota- Dijo sonriendo Kronüs- Es…Una larga historia., pero supongo que tu amigo no estará interesado en oírla.-

-Oh no, por favor, siempre me gusta oír una buena historia.- Dijo el resuelto y sonriente draenei.

-¡Eso! Yo también tengo curiosidad por saber qué tal te ha ido en tu viaje y saber de dónde demonios ha salido este bicho.- Dijo volviendo a señalar a la ardilla mecánica, la cual no parecía dispuesta a bajarse de su cabeza.

-Bueno, si es lo que queréis…Os contare todo lo ocurrido en mi primera aventura.-


***

Había leído en algún libro que los Páramos de Poniente eran una zona bastante tranquila, una tierra de cultivo, y pensé que sería una buena zona para empezar mis aventuras. Recogí mis bártulos y me dirigí hacia esas tierras, pero cuál fue mi sorpresa al llegar a la frontera; ¡Toda la zona no era más que un amplio yermo de tierra seca y estéril!

A medida que iba entrando en el territorio fui encontrándome con granjeros, familias enteras de granjeros que estaban huyendo de la zona y siempre mirando a todos lados como si esperasen una emboscada en cualquier momento.

Llamé la atención de uno de esos granjeros y le pregunté qué ocurría pero lo único que me contesto nervioso fue:

-Lo siento, no tengo tiempo de hablar, debo irme de estas tierras malditas.-

Antes de que volviese a moverse le pregunté si había algún sitio para hospedarse:

-¿En esta zona?- Preguntó mientras continuó la marcha-¡Ja! El único sitio seguro es la Colina del Centinela, al menos temporalmente…-Fue lo último que pude oír de ese granjero desesperado.

Visto lo visto, me dirigí al lugar que me dijo. Por el camino pude observar que en la zona sólo quedaban granjas abandonadas e invadidas por los coyotes y las aves carroñeras, y, curiosamente, había una especie de autómatas en los campos de cultivo moviéndose como si estuviesen patrullando la zona aunque preferí no acercarme en caso de que fuese peligroso.

Finalmente llegue a la Colina del Centinela que no era más que un pequeño aserradero, una posada a medio reparar, una torre de ladrillo blanco en lo alto de la colina, de ahí probablemente el nombre, y un pequeño grupo de caravanas de mercaderes.

Decidí dirigirme primero a la posada para hospedarme. Cuando atravesé el umbral la posadera se giró y exclamó:

-¡Vaya! Otro cliente, se ve que nos encontramos en temporada alta.-

Yo miré a mi alrededor; ¿Temporada alta? Pero, si tan solo se veían otros tres clientes: Una elfa de la noche que estaba mirando por la ventana ensimismada, alta, melena blanca como la nieve y llevando una armadura de cuero, un arco a su espalda y una capa verde con una luna plateada en ella; un hombre bastante misterioso que estaba comiendo en una mesa en el rincón, con un bigote discreto, pelo negro azabache, parche en el ojo y llevando una armadura de cuero discreta aunque bastante oscura; y, por ultimo, un enano calvo, con una barba rubia muy poblada, bastante robusto y portando una armadura de placas y leyendo sentado con un martillo enorme apoyado a su lado.

-Pero…-Dije yo.

-Créame.-Cortó la posadera.-No solemos tener muchos clientes.-Dijo sonriendo.

Como ya estaba bien entrada la noche decidí cenar el estofado que servían e irme a mi habitación a descansar del viaje.

De repente oí un estruendo que me despertó. Todavía era bastante tarde pero por la ventana se veía una luz anaranjada muy alarmante, rápidamente me vestí y salí de mi habitación. En el pasillo vi a la posadera gritando:

-¡Fuego! ¡Ha habido un asalto por parte de la Hermandad!-

Todavía confuso salí afuera y vi que el aserradero estaba en llamas y los obreros estaban intentando apagarlo. Conjuré una ventisca sobre el aserradero lo que facilitó el trabajo. Sin embargo unos latidos más tarde oímos un grito de mujer viniendo de la torre y vimos a unos hombres encapuchados con pañuelos rojos raptando a una mujer, con la confusión del incendio y la oscuridad nadie lo pudo impedir…

Más tarde, cuando todo se había calmado, decidí ir a hablar con el líder de la Milicia de Paramos de Poniente, Gryan Mantorrecio.

-Muy buenas, señor Mantorrecio, me llamo Kronüs Forjachispas, me gustaría preguntarle una cosa…-

-Quieres saber quiénes eran los hombres de anoche, ¿verdad?-

-Sí, ¿pero cómo…?-

-No es el primero que me lo pregunta…- De repente parecía que su mirada se perdía en el horizonte.- Esos hombres…Forman parte de un grupo de criminales llamado la Hermandad de los Defias. Son un grupo de criminales que llevan ya desde la Primera Guerra atacando este territorio y robando a los granjeros de la zona.-

-Pero, ¿por qué?-

-No lo sé exactamente, muy poca gente sabe cuál es su origen, lo que si sé es que son un grupo de ratas miserables que se han pasado de la raya.-El pobre hombre parecía que iba a explotar de rabia en cualquier momento. -

-¿Y quien era la pobre mujer que han secuestrado?- Al decir aquello me di cuenta que la mirada del hombre se ponía vidriosa, y pronto supe el por qué.

-Era mi mujer…-

-¡¿Qué?! ¿Y por qué no envía un regimiento de la Milicia a rescatarla?-

Gryan negó con la cabeza.- Ni siquiera sabemos donde se esconden y de saberlo seguro que nos superarían en mayor número. Haría falta un milagro para rescatarla.-

Entonces me paré a pensar: “Esto no está bien, no podemos quedarnos de brazos cruzados sabiendo que la mujer de este pobre hombre está encarcelada y siendo victima de quién sabe qué clase de atrocidades. Soy un miembro del Alba Carmesí, maldita sea, debía hacer algo.”

-Señor…-Le dije mirándole a los ojos.-Yo iré a rescatarla.-

El hombre me miro boquiabierto y con los ojos como platos:

-Pero…Pero, ¡sería un suicidio!-

-Suicidio o no, es mi deber como miembro del Alba Carmesí.-

Entonces empecé a oír un aplauso solitario y pausado, me dí la vuelta y vi al enano con su armadura de placas:

-¡Bravo! Si no fueses un gnomo apostaría a que eres un descerebrado, eso sí que es tener sentido del deber, ¿y sabes qué?- Dijo con un brillo en sus ojos.- Voy a acompañarte en tu empresa sin retorno, mi martillo ha estado demasiado tiempo tranquilo. Me llamo Bector Puñodeplata.-

-Kronüs Forjachispas, y muchas gracias.-Dije a la vez que le estrechaba la mano.

-Jujuju- Oímos una risita proveniente de alguna aparte.

-¿Quién es?-Dijo el enano- Muéstrate y deja que machaque tu cráneo con el viejo Mjolnir.-

De repente, la elfa que vi el día anterior bajo de un árbol con una gran agilidad y gracia impensables y se acerco a mí acompañada de una especie de tigresa blanca.- Tranquila Llenthy…-Le dijo a la tigresa y después me dirigió una sonrisa.- Si piensas enfrentarte a esa banda de escurridizos ladrones, pequeño gnomo, precisaras de alguien que sea capaz de ver lo que muy poca gente no es capaz de ver, ¿no es cierto humano?-

De repente, de la puerta de la torre blanca surgió el humano con el parche de la posada, el cual suspiro y bajo la cabeza con una sonrisa juguetona en ella.

-Vale, vale…Me has pillado.-

-¡Que alguien lo detenga!-Gritó Gryan

Al momento salieron dos milicianos que agarraron al humano cada uno por un brazo:

-¡Eh,eh,eh! Más cuidado, que esta armadura no es que sea precisamente barata.-

-¿Perteneces a la Hermandad?- Pregunto Gryan con cierto apremio.

El humano sonrío socarronamente y luego dijo:

-No, pero es cierto que tengo una cuenta pendiente con su jefe…Edwin VanCleef-Pronuncio el nombre como si cada una de las silabas fuese veneno en su boca.

-Así que ése es su nombre… ¿Y tú quién eres y por qué estás en estas tierras?-

-Me llaman Razor y aunque mis motivos no te importan he venido aquí para saldar dicha deuda.-

-¿Entonces sabes donde esta su guarida?- Pregunté yo.

-Yo no he dicho tal cosa.-

-Pero seguro que lo sabes.-Dijo Bector.

El ladrón miró para otro lado:

-Puede ser…-

-Entonces…-Dijo Gryan- Acompañaras al gnomo, el enano y la elfa a vencer a VanCleef.-

-¿O si no…?-Preguntó Razor.

-Serás condenado a muerte por infiltración en nuestra propiedad.-

El humano pareció pensárselo detenidamente.

-Bueno…pero solo por que parece que sin mí estáis perdidos.- Dijo el ladrón llamado Razor con una sonrisa de orgullo.

-Por cierto…- Dije yo dirigiéndome a la elfa.-Todavía no sé su nombre señorita.-

-Me llamo Anaysha Vientorroble, y esta es Llenthy.-Dijo, señalando la tigresa.

-Mmm, una orejas picudas y un humano ladrón, no sé quien es peor señor gnomo.-

-Bueno, supongo que cuantos más seamos mejor. Si es tan amable de guiarnos señor Razor.-

-Mpfh…Vale.-

Razor nos guío através de lo que antiguamente fueron prósperos campos de cultivos hasta llegar a lo que parecía el único pueblo que seguía en pie. Él lo llamó…

-Arroyo de Luna.-

-¿Y cómo es que todavía sigue en pie?- Le pregunté yo, aunque era un decir, ya que el pueblo estaba completamente abandonado y algunos edificios estaban en ruinas.

-Cuando los Defias llegaron a esta zona, donde primero atacaron fue aquí, así que una vez que la gente lo hubo abandonado decidieron instalarse aquí.-

Seguimos andando en silencio a través del pueblo hasta que Bector le preguntó a Anaysha:

-¿Y cómo es que una orejas picudas como tú ha decidido unirse a nosotros?-

Anaysha empezó a observar todo el terreno que le rodeaba y luego dijo:

-Primero: soy una elfa, y segundo: Por culpa de los Defias esta tierra ha sufrido demasiado y como hija de Elune que soy no puedo permitirlo…-

-Pues vale…-fue todo lo que dijo el enano- Mientras haya algo con lo que luchar, ¡por la Luz que a mí me vale!-

Al final Razor nos llevó hasta un viejo granero, se paró en la puerta y dijo:

-Esto es lo que a ellos les gusta llamar “Ratonera Defias”. En su interior hay un túnel que conduce hasta las Minas de la Muerte, otrora una próspera mina de oro. Bueno, que tengáis suerte con vuestro suicidio.

Razor hizo el amago de irse pero pronto se encontró con el martillo de Bector apuntándole a la cara.

-El viejo Molnyr es capaz de hacer más cosas que un simple martillo y, a menos que quieras observarlas en primera fila, será mejor que sigas adelante.-

Razor masculló algo por lo bajo y nos adentramos en el granero, ciertamente allí había un túnel, lo fuimos recorriendo hasta que llegamos hasta la entrada de una mina. En un cartel que había al lado rezaba: “Dejad toda esperanza los que ahora aquí entráis.” Firmado: VanCleef.

Al ver el cartel, enarqué una ceja y dije:

-No es que sea muy halagüeño que digamos.-

-¡Silencio! Escuchad, ¿no lo oís?- Dijo Anaysha.

Todos guardamos silencio y me percaté de que empezó a oírse un repiqueteo…

-Picos golpeando la roca…Reconocería ese sonido en cualquier lado.-Dijo Bector.
Razor se encogió de hombros y respondió:

-Supongo que los Defías aprovecharan todos los metales de la mina aunque no sé exactamente cuál es su objetivo principal.-

-¡Bah! Un ladrón es un ladrón. Les partes las piernas y ya no tienes que preocuparte de ellos.-

-No sé que decirle señor PuñodePlata…-Le contesté yo.- Si cuenta con unos buenos sanadores…-

Anaysha rió un poco y Bector gruñó algo ante mi comentario:

-Llámame Bector…-Fue todo lo que conseguí entender.

Seguimos adentrándonos poco a poco, alumbrados por las fantasmagóricas antorchas de las paredes y por fin vimos a los mineros trabajando en las paredes. Fuimos pasando sigilosamente; Anaysha y Razor por delante, para dejar fuera de combate a los mineros antes de que percatasen nuestra presencia, yo en medio, para dar apoyo con mi magia, y Bector a la retaguardia por si entraba más gente.

Al final llegamos a un recodo desde donde pudimos observar, en una planta más baja, a una mujer humana, alta, rubia, con el cada vez más común pañuelo rojo tapándole el rostro y de cuerpo estilizado dando órdenes a los mineros para que trabajasen más rápido. De pronto un minero se acerco temblando a la mujer y le dijo:

-Se…Señora du Paige, hay intrusos, hemos encontrado a algunos compañeros inconscientes…-Dijo a medida que la voz se le apagaba del miedo.

La mujer se quedo un momento pensando y al final dijo:

-Maldita sea…Ve a avisar al jefe por si acaso…Yo iré a encargarme de ellos.- El hombre se fue en una dirección y la mujer por otra.

Tras haber presenciado esa escena Bector susurró animado:

-Jojo, por fin un poco de pelea…-

Anaysha enarcó una ceja divertida y preguntó:

-¿Y que pasa con la galantería? ¿No teneis de eso entre los enanos?-

-¡Bah! A nosotros las mujeres nos gustan como la cerveza, con fuerza y siempre a mano…Además, ¿no sois vosotras las que siempre decís que las mujeres luchan tan bien como los hombres? –

-¡Oh! No, es sólo que…Me sorprende conocer a un hombre que es capaz de enfrentarse a una mujer sin remilgos.-

-Bueno…-Dije yo- Sea mujer u hombre será mejor tener cuidado… Por cierto, ¿y Razor?-
De pronto oímos un sonido similar al de una botella al descorcharse y después un sonido muy extraño. Nos giramos y vimos la figura congelada de Razor intentando huir y a su lado la mujer de antes.

-¡Maldita maga!-Exclamo Bector- Atacar por la espalda es cosa de cobardes.-

La mujer rió y después dijo:

-Cobarde…No se, pero más lista que tú pequeño borracho, sí, jajajaja.-

La mujer pareció empezar a concentrarse, de sus manos empezó a surgir una especie de viento helado y entonces…


Continuará…