Explicación y Dedicatorias

Los textos aquí expuestos son una serie de historias escritas por mí como autor aficionado que desearía dar a conocer.

Reconozco que los primeros seis capítulos están bastante "verdes" en lo referente a madurez literaria, por lo que es a partir del septimo capítulo donde considero presente una mayor elaboración y renovación del estilo. (Demostrada en el argumento de dicho capítulo).

A pesar de ello, mantengo esos seis capítulos como una forma de dar a conocer los origenes de mi querido personaje, así como de mi trayectoria literaria y también porque, al igual que un padre jamás reniega de sus hijos, cualesquiera que sean sus defectos, ningún escritor debe jamás avergonzarse de ninguna de sus obras.

domingo, 15 de agosto de 2010

Un gnomo en Ventormenta



Capítulo 8: El Segador Helado



Muchas veces se suele decir que no debemos juzgar un libro por su portada, a menos que en la portada del libro venga una breve aunque detallada sinopsis del libro, en cuyo caso, sí que podemos fiarnos de la portada. Pero esto no ocurre igual con las personas, ya que estas carecen de portada y porque hacer un resumen de toda la vida sería demasiado complicado. La cuestión es, que no podemos fijarnos únicamente en la portada, ya que, aunque muestre imágenes infantiles y coloridas, con conejos rosa en ella, bien puede ser una novela sobre un asesino en serie degenerado; hay que serlo para pensar en algo como conejos rosas…

La noche hacía tiempo que se había cernido sobre la pacífica ciudad de Dálaran, hogar del Kirin’Tor y seno de toda la magia de Azeroth. Una suave lluvia caía sobre la ciudad, sonando numerosos repiqueteos cristalinos al caer la lluvia sobre las hermosas vidrieras de los edificios. Todo parecía en calma, y la ciudad era iluminada por la tímida luna oculta tras las finas nubes de lluvia.

Las calles, vacías en aquel momento, presenciaban el paso apresurado de una figura femenina que se dirigía a su casa para refugiarse de la repentina lluvia. De repente, disminuyó el paso, notaba una presencia próxima a ella. Se giró, pero no había nadie allí. Entonces, una sombra se deslizó rápidamente hacia ella, la mujer gritó mientras trataba de escapar y ese gritó sonó por toda la ciudad hasta que se desvaneció en el sonido de la lluvia.



***



Había pasado un día desde aquello y el Departamento de Seguridad había reunido a los magos más destacables de la ciudad de Dálaran. Kronüs se encontraba allí, puesto que, a pesar de su juventud, había conseguido superar las expectativas de la magocracia del Kirin’Tor y haber adquirido numerosos títulos en distintos ámbitos de la magia. Se sentó en la segunda fila del aula magna donde se había decidido realizar la reunión e intentó pasar lo más desapercibido posible. Saludo con cortesía al anciano mago que se sentó a su lado, Bolbor PiedeHierro, uno de los poco magos enanos de gran calibre, el cual se encontraba en una avanzada vejez y los alumnos pensaban que ya se encontraba más en cualquier otro mundo que en este. Para Kronüs resultaba una gran compañía pues era de los que consideraban que la edad proporcionaba una gran experiencia y disfrutaba de las historias que maese Bolbor le contaba como un chiquillo que escucha a su abuelo contar historias junto al hogar del salón de casa.

Kronüs dirigió su mirada hacia el grupo de magos que presidían el consejo. Se encontraban el Gran Archimago Rhonin, líder del Kirin’Tor, Vereesa Brisaveloz, cónyuge del maestro Rhonin y líder del Pacto de Plata, Aethas Atracasol, líder de los elfos Atracasol, la Archimaga Modera y el Profesor Robert August Compte, profesor de Manipulación de Redes de Energía Táumica (MRET) y jefe del Departamento de Defensa de la ciudad.

Todos mostraban un rostro serio y el Profesor Compte demostraba una mayor preocupación que el resto de la presidencia. Una vez que todos hubieron entrado, las puertas del aula fueron cerradas y selladas, estableciéndose un entramado de defensas mágicas para evitar filtraciones al exterior. Parecía un asunto de máxima urgencia, puesto que en el aula solo había docena y media de magos, sin contar a los que presidían la reunión.

Cuando todos estuvieron listos y en silencio, el Profesor Compte se alzó para hablar y Bolbor dio un leve codazo a Kronüs susurrándole de forma cómplice, cual estudiante adolescente diciéndole:

-Parece que el Plateado no ha ido bien de vientre hoy, ¿eh? Jujuju…-El enano se rió en silencio sin esperar a la respuesta de Kronüs. El Plateado, así es como era conocido el Profesor Compte, por su larga, lisa y perfectamente plateada cabellera encanecida. Este se ajusto los quevedos que reposaban en su nariz aguileña, repasando a los presentes y, finalmente, habló:

-Señores…Nos encontramos aquí reunidos por una serie de extraños sucesos que llevan ocurriendo en las últimas semanas en esta ciudad. Diversas personas están desapareciendo de forma aparentemente aleatoria, siempre en horario nocturno y sin testigos que puedan darnos una pista de quién es el causante de todo esto…Aún así, todo mi Departamento está seguro, y aquí lo afirmo ante algunos miembros del Consejo de los Seis y líderes de las distintas facciones de la ciudad que el causante de todo esto es la figura conocida como “El Segador Helado”.-

Esta afirmación provocó numerosos susurros entre los presentes y uno de ellos, un mago alto elfo de rasgos jóvenes se alzó y replicó enojado:

-¡Ridículo! Todos los presentes sabemos e incluso hemos sido testigos de que el Segador muestra un talante altruista hacia los ciudadanos de Dálaran, ¡él no podría hacer algo así!-Este comentario tuvo por respuesta numerosos asentimientos de cabeza y comentarios de aprobación.

Por su parte, el Profesor Compte esperó a que la sala volviese al silencio inicial. Una vez que todos hubieron callado, se levantó de nuevo y habló:

-Compañeros del estudio táumico, cierto es, no se puede negar que hasta ahora el conocido como “El Segador Helado” ha demostrado predilección por la defensa de nuestros conciudadanos.-Tras esto, el Profesor torció el gesto y prosiguió:-Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que oculte su identidad, eludiendo a los heraldos, los guardias y eludiendo incluso las numerosas invitaciones que le hemos hecho para presentarse ante el Consejo de los Seis, algo que de por sí muchos deseamos y anhelamos. No podéis negar que todo ello resulta bastante sospechoso…-

-Puede que sea humilde o tímido.-Comentó alguien de entre los presentes, no muy convencido; ante lo cual el Profesor no pudo evitar mostrar una sonrisa sarcástica:

-No creo que sea una cuestión tan trivial. No, es más que evidente que esta sospechosa figura lo único que trata es conseguir nuestra confianza para asestar en un momento de descuido el golpe final a nuestra bienamada ciudad y acabar con todo el Kirin’Tor como lo conocemos en la actualidad. Mi departamento no descarta la posibilidad de que sea un miembro de la Plaga o incluso un dragonante del Vuelo Azul que ha conseguido eludir nuestras defensas de alguna forma. Por ello, pido al Gran Maestro Rhonin su venia para iniciar la operación de búsqueda y captura del sospechoso, de forma que sea interrogado y llevado ante la justicia, y, si es necesario…Realizar su ejecución.-

Esto último provocó un gran revuelo entre detractores y panegiristas, discutiendo a voz en vilo mientras la presidencia observaba a los presentes. El Gran Maestre Rhonin pasó la mirada con tristeza por todos los presentes, hasta que recayó sobre el gnomo Kronüs y el enano Bolbor, los cuales se mantenían en silencio, aparentemente ajenos al revuelo que se estaba dando a su alrededor. El Gran Maestro sonrió, alzó las manos pidiendo silencio, y cuando todos hubieron callado de nuevo preguntó en un tono sereno pero solemne con un gesto de mano vehemente hacia el gnomo:

-¿Tiene el Profesor Kronüs alguna sugerencia que hacer?-Dijo con una sonrisa divertida mientras se mesaba su rojiza perilla. Kronüs por su parte mostró cierta sorpresa por el hecho de que le preguntase y todas las cabezas se volvieron a él. Kronüs, desde que llegó a Dálaran hace casi un año y se hubo matriculado en la academia para mejorar sus habilidades, había llamado la atención de numerosas personas en la ciudad. Al poco tiempo de llegar, había demostrado una gran habilidad en los estudios mostrando resultados perfectos en toda prueba teórica que le pusiesen de por medio. Había dado charlas a otros estudiantes e incluso había sustituido a algún que otro profesor en momentos de urgencia, convirtiéndose en el profesor más joven en la historia de Dálaran y uno de los más rápidos en terminar la fase de alumno, solo superado por el Gran Maestro. Sin embargo, si por algo había destacada había sido por el hecho de que en cuanto hubo entrado en la estructura del Kirin’Tor, convirtiéndose así en uno más de los 120 privilegiados miembros que lo componen, el Gran Maestro Rhonin lo había acogido consigo. Dentro del Kirin’Tor es común que los magos sin el rango de Archimagos sean reclutados por estos para realizar tareas por ellos y aprender de su experiencia. Sin embargo, el Archimago Rhonin, líder del Kirin’Tor, jamás había mostrado interés por ningún mago, exceptuando a Illidan Tempestira, aunque esto era algo que muy pocos sabían, y nunca más había acogido a algún discípulo, hasta ahora. Siendo como era, un sabio líder y, sin embargo, bastante impetuoso y temerario, había acogido a Kronüs, que, si bien mostraba una grandes cualidades intelectuales, no demostraba ser un gran mago de batalla. Ciertamente nunca se había oído nada respecto a que el joven gnomo se hubiese visto involucrado en ningún combate. A pesar de ello, el Gran Maestro Rhonin había visto algo en Kronüs y el resto del Kirin’Tor le respetaba por ello, a pesar de que no lo consideraban un mago de batalla adecuado.

Kronüs pensó por un momento en que respuesta dar y finalmente se levantó y dijo:

-Para serle sincero, Archimago Rhonin…Consideró que la mítica figura del Segador Helado no es más que fruto de la ebriedad de alguno de los alumnos cuando salía de su retiro de la taberna Juego de Manos. Así, yo nunca he sido testigo de su existencia y considero que no se deberían tomar tantas molestias por él y centrarnos en asuntos de mayor relevancia como la preocupante proximidad de avanzadillas del Vuelo Azul, las cuales no desecho como posible causa de los secuestros. Al menos, esa es mi visión de todo este caso.-Dicho esto, hizo una leve inclinación de cabeza en respeto a la presidencia y volvió a sentarse. Todos los presentes, por su parte, se quedaron en silencio; casi toda la ciudad había quedado presa del fenómeno del Segador y nadie dudaba de su existencia puesto que muchos aseguraban haber visto la oscura figura durante las noches. El único en toda la ciudad que renegaba de la existencia del sospechoso en cuestión y hacia pública su opinión sobre ello era Kronüs.

El Gran Maestro Rhonin asintió de forma casi imperceptible con la cabeza y dirigió de nuevo su atención al Profesor Compte y dijo, tanto para él como para el resto del aula:

-Ante las distintas opiniones de esta sala, considero necesaria la intervención del Departamento de Seguridad del Profesor Robert Compte para encontrar y apresar al susodicho sospechoso e interrogarlo aplicando métodos humanos y por lo tanto no violentos. Una vez sea demostrada su inocencia o culpabilidad el Consejo de los Seis deliberará cuales serán las consecuencias. Así, si alguno desea voluntariamente unirse a la misión del Profesor Compte, él estará encantado de asignarle alguna tarea, ¿no es así?-Dijo esto último mirando hacia el Profesor con una sonrisa resuelta.

-Así es- Asintió con cierto animo.-Requeriremos de todas las manos posibles para poder contener a este enemigo. Con ello, solo deciros que los voluntarios se presenten dentro de un par de horas en mi despacho en el ala oeste de la Ciudadela Violeta, y, a aquellos que no deseen participar, pedirles que mantengan discreción para este asunto. Gracias.-Volvió a dirigir la mirada a Rhonin, indicando que había finalizado. Este asintió levemente con la cabeza.

-Bien, eso es todo. Podéis retiraros.-

Todos los presentes se levantaron y salieron por la puerta principal, que había sido abierta por los guardias que habían quedado fuera vigilando. Unos pocos se dirigieron hacia el despacho del Profesor Compte, y Kronüs se disponía a volver a sus propios asuntos cuando notó que alguien le levantaba del suelo unos cuantos centímetros y la voz del Gran Maestro Rhonin sonó a su espalda:

-¿A dónde crees que vas?-Preguntó divertido mientras observaba como el gnomo intentaba zafarse de la forma más educada, y por tanto, inútil, posible.

-Pues a proseguir con mis cosas… ¿Me podría devolver el suelo, Maestro Rhonin?-

El Gran Maestro Rhonin lo dejó en el suelo y suspirando levemente cansado le reprochó:

-¿Cuántas veces te tengo dicho que puedes llamarme de forma normal? Deja los títulos para los magos ancianos… ¿No vas a unirte a la comitiva del Plateado?-

Kronüs negó lentamente con la cabeza y contestó:

-Ya le he dicho antes allí dentro que no creo en la existencia de ese Segador Helado, seguro que fue un invento de algún bromista.-

Rhonin observó al gnomo momentáneamente y sonrió como aquel que tiene preparado un plan no muy agradable para un desdichado:

-Bueno, pues irás.-

Kronüs miró a Rhonin dispuesto a quejarse de forma abierta, pero prefirió respetar el rango de Rhonin y comentar a entre dientes:

-Se supone que es voluntario…-

-Bueno…Yo te ordeno que vayas voluntariamente allí a ayudar al Plateado, necesitan a alguien avispado allí, muchos de esos magos serían capaces de hacer explotar la misma Ciudadela de Corona de Hielo con los restos de la Plaga entera pero no de resolver casos policíacos de este tipo como es debido.-

Kronüs insistió por última vez:

-¿Es necesario…?-

- Sí que lo es, o lo haces o despídete de que te deje mirar en la sección de la Biblioteca reservada a Archimagos.-

Kronüs refunfuño levemente, hizo una reverencia a Rhonin y se fue hacia el despacho del Profesor Compte. Llamó suavemente a la puerta y una vez que le dieron permiso, entró. En la habitación se encontraban el Profesor Compte sentado tras su mesa de roble anciano, una decena de magos desconocidos para Kronüs que trabajaban en el Departamento de Seguridad y, sorprendentemente, maese Bolbor, que se encontraba sentado cómodamente en un sillón mullido en una esquina fumando una pipa larga que impregnaba toda la estancia de un olor a tabaco de cerezas. El Profesor levantó la mirada de unos papeles y observó a Kronüs durante un momento, haciéndole sentir incómodo, finalmente preguntó:

-¿Hay alguien más que vaya a venir?-

Kronüs negó lentamente con la cabeza.

-Bien, pues cierre la puerta y eche el seguro. Acomódense señores, tal y como ha hecho maese Bolbor.-Dijo esto con cierto reproche hacia el enano anciano, el cual puso una mano en la oreja y preguntó:

-¿Eh?-

El Profesor prefirió ignorarlo y una vez que cada uno encontró un lugar donde sentarse o, al menos echar un poco el peso, comenzó a hablar:

-Bien, prestadme todos atención. El caso que vamos a llevar sobre nuestras espaldas es algo insólito, nunca visto en esta ciudad. El Segador Helado ha mostrado una gran habilidad hasta ahora para eludir nuestras vigilancias y medidas de seguridad. Sin embargo, gracias a la aportación de los testigos que aseguran haber sido “salvados” por este misterio con patas, tenemos una serie de pistas que nos dan una idea de cómo es.-

El Profesor Compte rebuscó entre sus papeles hasta sacar la hoja que buscaba, carraspeó levemente y comenzó a leer:

-Según lo descrito por los testigos, el Segador Helado se muestra como una figura enfundada en una larga túnica negra con una capucha del mismo color que cubre su rostro y que solo muestra “dos heladores luceros azules” donde corresponderían sus ojos. Así, esta misteriosa figura parece estar escudada en alguna clase de ilusión provocando que no pueda diferenciarse su tamaño o forma, al moverse esta de forma serpenteante a la vez que su túnica se mece por un “antinatural viento”.En adición, esta ilusión parece afectar su voz, pues esta se muestra en un tono totalmente neutro que no permite diferencia sexo, edad o raza y que, sin embargo, se oye clara como si “sonase en el interior de tu mente”… ¿Qué más? Ah, sí…Aparentemente su arma principal es una guadaña hecha enteramente de hielo de gran filo que maneja con gran agilidad. De hecho, parece mostrar gran potencial de ataque, mucha fuerza así como agilidad y rapidez, y, esto es lo más sorprendente, demuestra un gran dominio de la magia, sobretodo en lo referente a la magia de escarcha...-El Profesor Compte calló esperando que alguien comentase algo. Nadie lo hizo. Por un momento se mantuvo un silencio, roto únicamente por la repentina tos nerviosa de maese Bolbor. Finalmente el Profesor Compte suspiró y preguntó en el mismo tono que usaba con un alumno bastante lento:

-¿Qué podemos deducir con esto?-Y sin esperanzas de una posible respuesta, prosiguió rápidamente.- Pues que evidentemente se trata de algún mago de batalla muy pero que muy capaz que combina sutileza, magia, fuerza combativa y agilidad. Por lo tanto, se trata de un contrincante muy capaz que… ¿Sí, Profesor Kronüs?- Pronunció esto último con un cierto tono arisco pero sin llegar a faltar al respeto. Kronüs por su parte bajó la mano que había alzado para pedir la palabra y respondió:

-Bueno, sé que nos encontramos aquí para capturar al Segador, pero… ¿No deberíamos también dedicar parte de nuestra atención a encontrar al culpable de los secuestros que se están dando…?--El Segador es el culpable.- Cortó tajantemente el Profesor Compte. Viendo que no iba a conseguir mucho más, Kronüs decidió dejar que el Profesor continuase con sus explicaciones.

-Bien, como decía…Se trata de algún mago de alto calibre, con gran potencial. Por ello hemos de mantener los ojos atentos y si alguno de ustedes lo descubre, que no trate de capturarlo él solo, porque no le llegarán a la suela del zapato, ¿de acuerdo?-Acompañó el comentario con una mirada de cierto desprecio discreto hacia el gnomo. Esto se debía a que el ascenso rápido de Kronüs había suscitado ciertos sentimientos contrarios hacia el gnomo entre los más veteranos pues, si bien demostraba gran capacidad teórica, todavía estaba por ver su talento dentro de un combate real, por lo que muchos de los magos más ancianos, y que por tanto habían tenido la posibilidad de participar en grandes batallas, lo tachaban de un simple pelagatos. Kronüs, como era normal en él, prefirió ignorar la mirada y asentir como el resto de los presentes; exceptuando a maese Bolbor que se había quedado dormido y conseguía mantener de forma sorprendente la pipa en su boca.

-Así pues, se os asignarán una serie de puestos de vigilancia por la ciudad, ¿entendido? Bien, eso es todo. Podéis marcharos.- Se oyó un fuerte ronquido procedente del enano y algunos de la sala habría jurado que este había dicho en sueños:

-Plateado, calzonazos, tíñete el pelo de una vez, que pareces una novia.-El Profesor Compte puso los ojos en blanco y pidió, casi imploró:

-Que alguien despierte a maese Bolbor y se lo lleve fuera de mi despacho.- Tarea que cumplió Kronüs, de forma que todos salieron obedientemente del despacho.



***



De nuevo, la noche se cernía sobre la ciudad de los magos. Una figura encapuchada recorría las calles desiertas tratando de pasar desapercibido, no lo consiguió. Sobre los tejados de la ciudad, un par de luceros azul seguían el paso del encapuchado. El misterioso encapuchado se dirigía hacia una de las rejillas de uno de los flancos de la Ciudadela Violeta que llevaban a la alcantarilla. Pasó la mano por un sobrerrelieve imperceptible para los ojos no atentos y la rejilla se retiró, dejando paso al encapuchado. Antes de que el mecanismo volviese a cerrar la entrada, el mango helado de una guadaña bloqueó la rejilla y una sombra serpenteante se adentró en el húmedo túnel en silencio.

Se encontraban en los Bajos Fondos. Esta zona no recibía este calificativo por la poca capacidad moral de sus habitantes, que también se daba el caso, sino porque se trataba de los últimos estertores del entramado complejo de alcantarillas que se encontraba bajo la ciudad de Dálaran antes de haber sido trasladada y elevada en el aire en el continente de Rasganorte. Así, tras el desplazamiento de la ciudad, esta zona se había convertido en el seno de jugadores, comerciantes del mercado negro, camorristas y bebedores varios.

El encapuchado atravesó con cuidado la zona donde los goblins controlaban las apuestas de los duelos librados entre combatientes ebrios espontáneos, que podían surgir en cualquier momento allí, y se dirigió a la Taberna de los Cuervos, un lugar construido a base de madera de balsa entre escombros y sobre un lago subterráneo, si es que se le podía llamar así. Se sentó en una mesa apartada de la barra y esperó. Al cabo de unos minutos otra figura encapuchada apareció y se sentó en silencio, sin mirar al que tenía enfrente, sacó un saco pequeño de cuero que contenía varias fichas de dominó. Colocó una, el otro colocó otra, y así en sucesión hasta acabar con todas las fichas y formar una figura que parecía no tener sentido alguno. El primer encapuchado asintió con la cabeza levemente y empezó a hablar:

-¿Qué nuevas traes?-

-Los pertrechos comienzan a llegar, así como los explosivos. Por su parte, los mercenarios esperan en la Bahía del Botín.-

El primer encapuchado volvió a asentir y el segundo preguntó:

-¿Sospechan algo?-

-No…Están muy ocupados persiguiendo a quien no es, y el pelirrojo no ve más allá de sus narices. Todo saldrá como lo planeamos.-

-Pero aún nos falta…El “doble seis”, ¿no?-

De nuevo, el primer encapuchado asintió:

-Está claro que es un “héroe”.-Pronunció esta palabra como quien saborea algo excesivamente desagradable.-No podremos comprarlo…Habrá que apresarlo y atraparlo.-

-Eso no va a ser moco de pavo…Nadie sabe cuando aparecerá.-

El primer encapuchado se disponía a replicar cuando bajó la cabeza, como quien está escuchando hablar a alguien a su lado, asintió levemente con la cabeza y una sonrisa se perfiló bajo la capucha:

-El “doble seis” está sobre la mesa.-

Mientras los encapuchados hablaban, una sombra oscura se encontraba sobre el techo, escuchando la conversación. De repente, esta sombra se giró moviendo bruscamente la guadaña hacia el aire, algo cayó al otro lado del techo y donde antes solo había aire apareció un Renegado enfundado en un traje de cuero flexible de tonos oscuros como la noche y con un pañuelo negro que tapaba la parte inferior de su rostro. Portaba dos armas, una espada curva en la mano derecha y una daga en la izquierda. El renegado se acuclilló y miró a la sombra con gesto despectivo:

-Volvemosh a vernosh….Shegador Helado.-

El Segador Helado colocó su guadaña sobre su hombro derecho y respondió al Renegado en un tono totalmente neutro:

-Colmillo de Sierpe… ¿Qué haces en esta ciudad?-

-El dinero me llama…Ya lo sabesh, y encima me pagan por capturarte, ya vesh que chollo.-

-¿Quién te manda?-

El Renegado siseo enojado:

-¡Sssssh! Esho a ti no te incumbe, hoy te capturaré y te llevaré a los fríosh brazosh de la muerte.-

-No podrás hacer mucho sin tu querido colgante de invisibilidad.-Dijo esto dirigiendo su mirada hacia un colgante de apariencia bastante burda que había caído al suelo cuando el Segador cortó la cadena con su guadaña.

-Me bastan mis armas y mi habilidad.-Y dicho esto, se lanzó directo hacia el Segador. Este hizo lo mismo, guadaña en ristre, y las armas de los combatientes chocaron en el aire, creando un ominoso sonido de choque metálico en la atmosfera.

Colmillo de Sierpe era, o había sido, un Renegado como otro cualquiera. Para sobrevivir se unió de forma excepcional a los Defías por mostrar una gran habilidad, así como frialdad y crueldad, a la hora de realizar sus tareas. Su historial habría acabado ahí, si no hubiese sido por la fortuna presente en su vida. Un día, un superior halló entre los despojos de un artesano mágico que habían asesinado un curioso colgante que confería invisibilidad a su portador. Colmillo de Sierpe, lleno de envidia y furia, asesino a su superior y le despojó del colgante. Así, perseguido por todos, incluidos los propios Defías, se convirtió en un ladrón y asesino a sueldo de gran calibre que, en más de una ocasión, se ha visto obligado a pelear con el Segador, el cual frustró muchos de sus cometidos.

El Segador dio un salto ágil, liberándose del pulso de fuerza en el que se habían visto atrapados ambos contendientes, haciendo trastabillar levemente a Colmillo de Sierpe, momento que aprovechó el Segador para lanzar con un giro de la guadaña una andanada de pequeños proyectiles de escarcha. Colmillo de Sierpe se lanzó al suelo, esquivando los proyectiles que quedaron clavados fuertemente en el techo, y se lanzó directo a atravesar la sombría figura del Segador con sus armas. El Segador se preguntó, no por primera ni por última vez, cómo alguien que tenía la carne podrida y los huesos roídos podía ser tan ágil y rápido. El Segador lanzó un tajo directo hacia el costado del Renegado el cual consiguió esquivarlo en el aire y obligó al Segador a echarse unos pasos hacia atrás. Para no quedarse arrinconado, saltó del tejado hasta el piso de la taberna, con el objetivo adicional de ver los rostros de los conspiradores, pero allí no había nadie.

-Maldición.-El Segador oyó un siseo enojado procedente del techo, alzó la vista y observó como Colmillo de Sierpe se cernía sobre él con las armas dispuestas a ensartarle cual espada de Damocles. El Segador se zafó del ataque con una traslación y antes de dirigirse directamente a la salida, se volvió al Renegado:

-Tendremos que dejar nuestro coloquio para otro día.-Y se fue desvaneciendo lentamente cuando el renegado lanzó un cuchillo pequeño hacia la figura evanescente. Colmillo de Sierpe se dirigió hacia donde hace solo unos segundos había estado el Segador y allí se encontró con una pequeña estela de sangre en el suelo junto al cuchillo, que había caído futilmente al suelo, sin acertar a su objetivo. Siseo mientras una diabólica sonrisa se formaba bajo su pañuelo.



***



Al día siguiente, la noticia del enfrentamiento entre el Segador y un Renegado corrió por la ciudad como la pólvora, llegando a oídos del Departamento de Seguridad. Todos los que participaban en el caso del Segador fueron convocados de nuevo al despacho del Profesor Compte. Kronüs entró en el despacho.

-Llega tarde, Profesor Kronüs-Dijo el Profesor Compte en tono enojado.

-Perdón, Profesor. Tenía asuntos que atender.-

-¡No hay excusas que valgan! ¡Nos encontramos en un caso muy importante, demasiado como para estar con “otros” asuntos!-Exclamó enojado el Profesor Compte, dando un golpe seco sobre su escritorio.

-Vamos, vamos Plateado, no la pagues con el chico si tu gente no es capaz de anticiparse a una trifulca en la zona más conflictiva de la ciudad.-Defendió maese Bolbor. Todos se giraron hacia él, pues era la primera vez que le oían decir una frase tan sensata en estado de consciencia. -¿Qué? ¿Es que tengo monos en la cara?-

El Profesor Compte suspiró exasperado y volvió ha centrarse en Kronüs:

-Ruego disculpe mi… ¿Qué le ha ocurrido Profesor Kronüs?- Kronüs se percató que el Profesor Compte había avistado el bulto que formaban unas vendas bajo la manga de su túnica.

-Oh... ¿Esto? Bueno, unos cuantos fallos con un experimento en mi laboratorio, nada grave, se lo aseguro.-Respondió Kronüs con una humilde sonrisa en su rostro. El Profesor Compte mantuvo la mirada levemente sobre el gnomo, hasta que maese Bolbor tosió por el humo de su pipa, devolviéndolo a la realidad.

-¡Bien! No hay tiempo que perder. Supongo que ya se habrán enterado, pero parece ser que anoche hubo una grave trifulca en el tejado de la Taberna de los Cuervos en los Bajos Fondos. ¿Qué sabéis de eso?-

Uno de los magos presentes, un alto elfo bastante tímido respondió:

-Parece ser que uno de ellos era el Segador Helado, mientras que el otro era un Renegado que ocultaba su rostro.-

-Se trataba de Colmillo de Sierpe.-Aseguró rápidamente Kronüs. Todas las cabezas se volvieron hacia él.

-¿Cómo sabe usted eso, Profesor Kronüs?-Preguntó el Profesor Compte entrecerrando los ojos por la intriga.

-Fui a interrogar al tabernero, el señor Ajay Verde, si no recuerdo mal. Dijo haberlo reconocido.-

El Plateado se mesó la barba pensativo mientras observaba a Kronüs, el cual empezaba a notar como todas las miradas se desviaban a su persona, exceptuando a maese Bolbor que parecía muy ocupado en reponer su tabaco con sabor a cereza de su pipa larga.-¿Ocurre algo, Profesor?-

El Profesor Compte desvió la mirada a sus papeles e ignoró la pregunta:

-Bien, parece ser que se ha encontrado en la escena sangre, sangre viva, lo cual nos sugiere que no puede tratarse de la sangre del Renegado. Con ello se descartan también las opciones de que… ¿Sí, Profesor Kronüs?- Preguntó el Profesor Compte cuando Kronüs alzó la mano.

-¿Qué pasa con Colmillo de Sierpe?- Preguntó repentinamente Kronüs.-A mi parecer, es la opción más probable de haber realizado esos secuestros si realmente se encuentra en esta ciudad.-

-Profesor Kronüs, de necesitar la opinión de un mago raso, sin apenas experiencia en esta ciudad, se la habría pedido hace tiempo. Pero está claro que ese Renegado no puede tratarse del cruel y oscuro Colmillo de Sierpe.-

-Oh, sí.-Soltó de repente maese Bolbor mientras presionaba las picaduras de la cazoleta de su pipa, hacía aparecer una pequeña llama en su dedo, encendía el tabaco y soltaba un anillo de humo.-Claro, expliquémosle al Consejo de los Seis que un Renegado cualquiera sin nombre hizo frente, e incluso hirió, al Segador Helado. No, mejor, digámosle que se trataba de un Morteacechador de Lady Sylvannas Brisaveloz y generemos un conflicto a escala mundial. Oh, sí, seguro que al Archimago Rhonin le encanta.-Explicó con tono sarcástico mientras dirigía una mirada de condescendencia hacia el Profesor Compte. Todos se le quedaron mirando, estaba inusualmente hablador con este caso.

El Profesor Compte no pudo evitar pasarse la mano por la melena plateada exasperado mientras pensaba.

-De acuerdo, profesor Kronüs investigue por los Bajos Fondos y hable con los caza-recompensas a ver si saben algo de nuestro amigo Colmillo de Sierpe; Criepes y Bottom, la sangre era humanoide, por lo que se descartan el Vuelo Azul y la Plaga, es duro decir esto…Pero puede que se trate de un mago de la ciudad, investigadlo cuanto antes sin levantar sospechas, a ver si todos tienen coartada, maese Bolbor,¡Bolbor!….¿Puede alguien llevar a maese Bolbor de vuelta a su cama? Bien, y que el resto mantenga los ojos bien abiertos por si ven algo sospechoso. Eso es todo.-


***


Kronüs se encontraba en los Bajos Fondos, realizando la tarea que se le había asignado. Andaba ensimismado en sus pensamientos cuando oyó un repentino siseo a sus espaldas, se giró rápidamente y sintió como algo punzante, como una aguja, se le clavaba en el hombro izquierdo. Poco a poco se iba desvaneciendo y solo puedo oír una especie de risa mezclada con siseos que decía:

-Deshcansha, gnomo inútil…Te dije que volvería, ¡sssssh!-

Kronüs se sumió en un sueño no deseado. Acabó por despertar, no sabía cuanto tiempo había pasado. Todo estaba oscuro, solo se oía el sonido del trabajo del metal sobre los yunques, lo que sugería que se encontraban en el Mercado, en un almacén probablemente, dadas las amplias dimensiones que aparentaba la estancia sombría.

-Vaya, por fin has despertado.-Dijo una voz desde las sombras. Le resultaba conocida al gnomo.

-¿Quién eres? ¿Por qué me has hecho preso? Muéstrate.- Kronüs observo como dos figuras surgían de entre las sombras, una correspondía al Renegado Colmillo de Sierpe, y el otro era un hombre anciano encapuchado.

-Buen trabajo Colmillo de Sierpe, toma tu pago.-El encapuchado le dio un saco de cuero lleno de monedas de oro al renegado.

-Graciash, pero recuerde que también quiero shush vishcerash…Eshtarán delicioshash…-

-Cuidado no te vayan a dar un corte de digestión, jeje.-Respondió malévolamente divertido el encapuchado.-

-¿Quién eres?-Volvió a preguntar el gnomo. Una sonrisa se perfiló bajo la capucha.

-Ah, Profesor Kronüs…Me sorprende que te hayas olvidado de mí.-Ante este comentario Kronüs abrió los ojos desmesuradamente.

-No puede ser, tú eres…-

-Sí, así es. Yo soy…-El encapuchado se dispone a quitarse su disfraz.

-Albert, el de la botica.-Dijo Kronüs con total seguridad. El encapuchado se mantuvo un momento en silencio, tratando de analizar lo que acababa de pasar. Colmillo de Sierpe se acercó a él y le susurro al oído:

-¿Sheguro que eshte era al que bushcabamosh?-

El encapuchado parecía que iba a explotar en cualquier momento, y ocurrió:

-¡No te hagas el tonto! ¡Soy yo!- Se quito la capucha, mostrando su rostro. Se trataba del Profesor Compte.- ¡Lo sabías desde un principio! ¡Por eso te viniste de voluntario a mi despacho! ¿O no es así?-

Kronüs dudaba si ser sincero o no, por no dañar las esperanzas del captor, pero prefirió ser sincero y ver de que iba todo aquello:

-Pues…La verdad…La verdad es que yo fui porque el Maestro Rhonin me obligó.-

Se produjo otro momento de silencio tenso. El Profesor Compte temblaba de la furia y, de nuevo, explotó:

-¡No digas bobadas! ¡Seguro que te metiste porque sabías que yo, junto con otros magos insatisfechos por el poco poder que obteníamos dentro y las numerosas limitaciones, nos unimos para confabular contra la ciudad de Dálaran y acabar con todo el Kirin’Tor! ¡Ya no habría límites!¡Nuestra magia estaría a máxima potencia y nadie podría oponerse a nosotros!¡Seríamos los únicos que controlaríamos este poder!-El Profesor Compte se tomó unos momentos para recuperar el aliento antes de proseguir. Momento que aprovecho Kronüs para volver a intervenir:

- ¿Y por qué me cuenta todo esto, si puede saberse?- Ante esta pregunta el Profesor Compte empezó a reír. Primero en silencio y más adelante como un enajenado.

-Porque lo sabemos. Sabemos que tú eres el Segador Helado y que tratas de pararnos los pies. ¡Por eso!-

Kronüs se tomó esta vez unos momentos para analizar la situación.

-Yo no soy el Segador.-

-Sí que lo eres.-

-No, no lo soy.-

-Como no lo seash, me habré llevado una gran decepción.- Dijo Colmillo de Sierpe repentinamente.

-Seamos sinceros Profesor Compte, yo carezco de toda habilidad del combate, y mi potencial mágico no llega ni por asomo al que supuestamente se atribuye al Segador Helado. Yo ni siquiera sería capaz de levantar la guadaña del suelo, seguro que pesa mucho.-

El Profesor Compte se frotó las sienes exasperado:

-Tus intentos de eludir lo ineludible son pobres. Está más que claro que lo eres. Todos los preparativos están listos. Esta noche invadiremos la ciudad de Dálaran con un ejército de mercenarios y yo tendré la buena fortuna de poder acabar con ese pelirrojo de Rhonin ante los ojos de su esposa en su propia habitación. Solo falta una cosa…-El Profesor Compte dirigió una mirada cruel hacia el gnomo.

-¿El qué?- Pregunto este.

-Tú….O más bien, tu alter-ego, el Segador Helado. Nosotros hemos realizado todos esos secuestros, gracias aquí a la intervención de nuestro amigo Colmillo de Sierpe…-Este realizo una parodia de reverencia hacia el gnomo.-Con el objetivo de poder perseguirte y capturarte ,para que así tú, te unas a nosotros... Piénsalo, tienes un gran potencial, ayúdanos y obtendrás más poder del que deseas. Podrás llegar a convertirte en alguien mayor que los Archimagos o incluso que ese idiota de Rhonin. Vamos, ¿es que no deseas el poder?-

-Mire Profesor Compte, ya le he dicho que yo no soy el Segador Helado. Ni siquiera creo que exist…-El Profesor Compte golpeo a Kronüs con fuerza para hacer que deje de callar.

-Si no te unes por las buenas lo haremos por las malas.-

El Profesor Compte se disponía a buscar algo al otro lado de la estancia cuando Colmillo de Sierpe empezó a olisquear el aire:

-¿No huele esho?-

-¿El que?- Preguntó levemente aturdido el Profesor Compte.

-Huele a… ¿Cereza?-Y toda la estancia se llenó de una cegadora luz, quedando todos aturdidos. Kronüs notó como era alzado por unas manos invisibles y transportado a algún lugar. Cuando la luz se hubo disipado, los presentes observaron furiosos como el gnomo había desaparecido. El Profesor Compte se giró hacia Colmillo de Sierpe y le gritó enojado que fuese a buscarle como sea. Este desapareció entre las sombras y el Profesor Compte miró hacia una ventana del piso superior que se encontraba en aquel momento abierta y musitó para sí mismo:

-Huye, corre…Ya no podrás evitar el nuevo amanecer de los magos. El Kirin’Tor, tal y como lo conocíamos…Va a desaparecer… ¡Preparadlo todo! ¡Atacaremos esta noche!-Y la figura del mago anciano desapareció también entre las sombras con una sonrisa despiadada en su rostro.

Por su parte, Kronüs se encontraba aturdido en un callejón cerca de la Ciudadela Violeta, a solas y desatado. Miró por todas partes pero no vio a nadie, así que decidió salir corriendo cuanto antes.



***



-¡Nos atacan!- Gritó uno de los guardias de la ciudad. Tal y como se había planeado, los mercenarios al servicio de los conspiradores fueron teleportados en masa a la ciudad de los magos durante la noche, generando el caos. Asesinatos, incendios y saboteo se estaban dando en todo el lugar y los guardias retenían como podían a los mercenarios para que el caos no se extendiese por toda la ciudad.

La figura del Segador Helado saltaba a gran velocidad de tejado en tejado en dirección a la Ciudadela Violeta, cuando sufrió el placaje de algún objeto invisible. El Segador trató de caer de pie sobre un tejado, se incorporó y miro en derredor.

-No tengo tiempo que perder contigo, Colmillo de Sierpe. Tengo cosas más importantes que hacer.-Habló el Segador al aire.

-¡Ssssh! No, no…-Replicó el vacío.- He de acabar contigo…Te lo debo deshde aquella vez que impedishte que robase el dinero de la cámara principal del banco de losh enanos.-

-Vamos, reconócelo. Desde aquella vez yo he sido tu única afición que has tenido en estos días. ¿Qué harás cuando haya muerto?-

-Ganar dinero, asheshinar gente y dishfrutar de una vida de placer shin fin.

El Segador meditó durante un momento.

-Lo reconozco, no lo pintas mal…Aún así tengo cosas más importantes que hacer.-

El Segador se dispuso a seguir su camino cuando se vio obligado a parar por instinto con la guadaña un golpe directo a cortarle el cuello. Movió rápidamente la guadaña obligando a Colmillo de Sierpe a retroceder varios pasos, situándose al borde de la periferia de la ciudad.

-Ssssh, chico lishto, ¿piensas tirarme por el precipicio?-

Uno de los luceros que componían los ojos del Segador parpadeo levemente, a modo de guiño:

-Buena deducción.-El Segador hizo girar rápidamente la guadaña como una hélice, haciendo surgir una fuerte corriente de aire helado que empujó al Renegado por los aires. El Renegado hizo uso de un último estertor, sacó otro cuchillo corto y lo lanzó hacia el Segador, desapareciendo en la negrura de su túnica. Colmillo de Sierpe entrecerró los ojos furiosos, lanzando varios improperios. Después, la gravedad hizo el resto.

El Segador se acercó por un momento al bordillo para completar al vacío:

-Volverás…Lo sé, tienes esa costumbre...- La silueta del Segador se revolvió momentáneamente, lanzando un leve gruñido de dolor y de la sombra surgió el cuchillo de antes bañado en sangre:

-Vaya manía con los cuchillitos…-El Segador prosiguió con su marcha, saltando de resquicio en resquicio hacia la habitación del Archimago Rhonin.

Por su lado, el Profesor Compte se dirigía hacia la habitación de Rhonin. No había guardias, pues todos estaban ocupados con el ataque, tal y como lo había planeado. Se acercó lentamente a la puerta, se podía oír como Rhonin charlaba con su mujer, Vereesa. Le había llevado semanas conseguir que la habitación del Archimago se mantuviese ajena a la situación exterior. Se preparó para abrir la puerta de súbito y sorprender al Archimago antes de asestarle el golpe de gracia. Sin embargo, él fue el sorprendido cuando una fuerza desconocida le golpeó, lanzándolo dentro de la estancia, donde la pareja, atónita, observaba desde la cama como el mago anciano aparecía volando por la puerta, seguido de la figura sombría del Segador Helado.

-¿Qué demonios ocurre aquí?- Preguntó enojado Rhonin. Antes de que el Profesor Compte pudiese escapar, el Segador lo mantuvo en el sitio haciendo presa con el mango de la guadaña en el esternón del anciano y respondió a la pregunta:

-El Profesor Compte es el culpable de los secuestros que se han dado durante los últimos días. Contrató al mercenario conocido como Colmillo de Sierpe con el objetivo de, a posteriori, culparme a mí para obligarme a unirme a él y ayudarle a cumplir una conspiración contra usted y todo el Consejo de los Seis, eliminando al Kirin’Tor y formando una tiranía mágica en el mundo. De hecho, si observa por la venta, verá el caos de la ciudad organizado por los mercenarios que él contrató.-

Rhonin salió de un salto de la cama y se dirigió hacia la ventana. Allí observó furioso toda la vorágine de destrucción que se estaba dando en su amada ciudad.

-¡He de ayudar cuanto antes!¡Organizar defensas y salvar a los que no puedan luchar!- El Archimago Rhonin se disponía a abandonar la habitación cuando el Segador le pidió que esperase un momento:

-Creo que antes de todo, debería vestirse adecuadamente, empezando por unos calzoncillos.-

El Archimago se percató de su condición de desnudez, se vistió a prisa mientras llamaba a algún guardia para que apresase al Ex-Profesor Compte. Una vez que estuvo listo, salió de la habitación corriendo, junto con el guardia que llevaba a Compte apresado.

El Segador suspiró agotado y Vereesa, que se había rezagado vistiéndose tras un biombo alzó una ceja hacia el Segador:

-¿Por qué haces esto? Nos ayudas, ayudas a toda la gente…Y rehuyes nuestra atención, nuestra gratitud, haciéndonos dudar incluso de tu lealtad. ¿Te das cuenta que si te dieses a reconocer obtendrías más galardones de los que cualquiera podría imaginar?-

El Segador se mantuvo en silencio, contemplando el exterior que se observaba desde la ventana de la habitación:

-Bueno…Es cierto que a la gente le gusta tener héroes que inspiren valor y confianza y que se muestren como brillantes caballeros andante, paradigmas de virtudes, pero…A veces, la gente necesita también de héroes que actúen desde las sombras, eliminando los peligros antes de que ellos tengan oportunidad de verlos…Hacerles sentir seguridad. No necesito galardones ni reconocimientos, solo saber que he hecho lo que debía. Además…Me di cuenta con el tiempo que si mostraba mi potencial públicamente…Alguien haría lo que hoy ha hecho Compte…Tratar de aprovecharse de mí, y sé que no descansarían para conseguirlo, llegando incluso a acabar con alguien muy querido para mí…-

El Segador se mantuvo en silencio, mientras gotas de sangre caían en el suelo bajo él. Vereesa se percató y se preocupó:

-¡Estás sangrando! Déjame que te atienda.-El Segador negó lentamente con la capucha que conformaba su cabeza.

-No es necesario, Lady Vereesa. Ahora, será mejor que ayude a su marido a acabar el caos…Por cierto, los secuestrados podrán ser encontrados en un almacén cerca de la armería del Mercado, si no me equivoco.-Y dicho esto, se lanzó por la ventana. Vereesa se asomó preocupada y observó como una sombra oscura planeaba sobre la ciudad, perdiéndose en la flamígera noche.



***



Al cabo de unas horas, todo se había controlado y los magos trataban extinguir los últimos fuegos de la ciudad. El Gran Maestro Rhonin se encontraba en lo alto de las escaleras de entrada de la Ciudadela Violeta, con Vereesa a un lado y el derrotado y apresado Compte al otro:

-Conciudadanos, este de aquí es el líder de traidores que han atentado contra nuestra amada ciudad, secuestrando inocentes, intentando asesinarme e iniciando una batalla campal por nuestra bienamada ciudad. Pero al final se hizo justicia y estamos a salvo de cualquier mal. Esto demuestra que hemos de permanecer unidos ante lo que pueda venir, ya seamos hordinos o aliancinos, siempre en fraternidad, para evitar que tales y trágicas situaciones puedan repetirse. ¡Gritad conmigo! ¡Hurra!-

-¡Idiotas!- Gritó Compte a la multitud que se encontraba en frente, escuchando a Rhonin.- ¿Es que no os dais cuenta? Este…Este “liderucho” no hace más que controlaros con mera poesía. ¡La magia es poder! ¡No deberíamos controlarnos! ¡Deberíamos liberarnos y acabar con todo aquel que hace frente!¡ Demostrad quien es superior aquí! Además…-Una sonrisa desesperada apareció en la cara de Compte. –Yo sé algo que vosotros no sabéis, jajajaja. Yo… ¡Sé quién es el Segador!-

Por un momento, se instauró un silencio sepulcral entre la multitud, exceptuando el crepitar de los últimos incendios y el movimiento de los magos encargados de extinguirlos. Rhonin sonrió divertido, y preguntó como quien pregunta a un pobre loco:

-¿Ah, sí? ¿Y quien es, si puede saberse?-

-Jiajajaja, no te sorprendas cuando lo oigas, pero se trata de tu querido aprendiz, ¡Kronüs Forjachispas!-

Se creó otro silencio, roto repentinamente por las carcajadas proferidas tanto por ciudadanos como el propio Rhonin.

-Madre mía….-Dijo Rhonin, incapaz de dejar de reír mientras se secaba las lágrimas.-Plateado, por un momento pensaba que ibas a decirlo en serio, jajaja, no me esperaba esto.-

-¡Es la verdad!-Exclamó Compte enojado a la par que desesperado.

El Archimago se mesó la pelirroja perilla mientras observaba entre la multitud hasta vislumbrar una figura pequeña y conocida.

-¡Kronüs! Acércate aquí por favor.-

Kronüs salió de entre la multitud, subió las escaleras y se puso al lado de Rhonin. Estaba lleno de hollín por los incendios y llevaba vendas que cubrían una herida muy fea del hombro derecho.

-¿Qué te ha pasado, mi aprendiz?- Preguntó levemente sorprendido Rhonin.

-Nada grave, fui herido por uno de los mercenarios del señor Compte, pero como dije, no es nada.-

-Menos mal. Aquí, nuestro querido amigo afirma que vos sois el Segador Helado, ¿lo sois?-

-No, no lo soy, ya se lo dije anteriormente cuando me secuestró.-

-¡Mentira! Es él, seguro, ¿cómo explicáis sino el hecho de que nunca coincidan los dos en el mismo sitio y momento?-

-¿Te refieres a como ahora?- Dijo una voz ominosa y neutra desde algún lugar. Todas las cabezas se volvieron para buscar la fuente y la encontraron. Vieron al Segador Helado sobre uno de los tejados más próximos a la Ciudadela Violeta, observando todo lo que estaba ocurriendo. Compte no se podía creer lo que estaba pasando. Volvía la cabeza del gnomo al Segador y viceversa varias veces incrédulo. Palideció y rompió a llorar.

-Pero, pero, pero…-

-Bueno, asunto zanjado. Kronüs, ya puedes irte. Ve a la enfermería para que te vean mejor esa herida. Al resto, deciros que todo ha acabado y que la ciudad de Dálaran siempre resurgirá de sus cenizas como ha venido haciendo desde el principio.-

Toda la multitud gritó de alegría, y cuando se dirigían para dar las gracias al Segador, este ya había desaparecido sin dejar rastro.



***



La noche se había cernido completamente sobre la ciudad. Los últimos fuegos habían sido apagados. Los rehenes fueron rescatados y devueltos a sus hogares. Toda la ciudad dormía placidamente. Bueno, toda no. Dos figuras contemplaban en silencio la calma de la ciudad desde el balcón del Salón Púrpura de la Ciudadela Violeta. Finalmente, una de las figuras, más alta y joven habló:

-Secuestros, una conspiración, intentos de asesinatos, un ataque masivo de mercenarios en la ciudad…Y al final fuimos salvados por un enmascarado.--Encapuchado.-Corrigió rapidamente la otra figura, más anciana y pequeña.-Bueno…Lo que sea…Esto parece de teatro, ¿no crees?-

La figura pequeña dio una calada a una pipa larga antes de responder:

-Vivimos tiempos convulsos…Pero hemos de agradecer que alguien se preocupa por mantener la calma…-

-Sí…-Las figuras contemplaron en silencio como una sombra, más oscura que la propia noche, se movía fugazmente de tejado en tejado, de forma armoniosa, como siguiendo una sinfonía. Su paso se veía feliz, con ganas de seguir adelante y más allá. La figura más alta sonrió.

-¿Sabes que? Hace poco le he enseñado a mi aprendiz como realizar copias ilusorias de uno mismo.-

-¿Ah, sí? –Preguntó la voz anciana en un tono divertido.

-Sí, y creo que se le está dando bastante bien.-

-Jejeje, me recuerda a un joven y prometedor mago que cambió muchas cosas de la historia.-

La figura joven contempló en silencio como la sombra saltaba con aquella vivacidad y plenitud.

-¿Quién sabe…Quién sabe…?-



Continuará…

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