Explicación y Dedicatorias

Los textos aquí expuestos son una serie de historias escritas por mí como autor aficionado que desearía dar a conocer.

Reconozco que los primeros seis capítulos están bastante "verdes" en lo referente a madurez literaria, por lo que es a partir del septimo capítulo donde considero presente una mayor elaboración y renovación del estilo. (Demostrada en el argumento de dicho capítulo).

A pesar de ello, mantengo esos seis capítulos como una forma de dar a conocer los origenes de mi querido personaje, así como de mi trayectoria literaria y también porque, al igual que un padre jamás reniega de sus hijos, cualesquiera que sean sus defectos, ningún escritor debe jamás avergonzarse de ninguna de sus obras.

domingo, 29 de agosto de 2010

Un gnomo en Ventormenta



Capítulo 9: Navío a la Jungla (II)


Nuestro querido amigo, Kronüs, se había embarcado en lo que parecía una tranquila travesía de investigación para las autoridades de Darnassus. Allí, el pequeño gnomo se reencontró con viejos camaradas, tales como Bector, Anaysha y Razor, y había conocido personajes tan variopintos como el "conquistador" Caporal Mardant, el poco aseado cocinero Jhonson o la tímida y misteriosa Estelae Colmillolunar. Sin embargo, lo que parecía una serena travesía se ha convertido en un inusual viaje con un retorno indefinido. Sumidos en una terrible batalla naval,¡ damos paso a la segunda parte de este capítulo de Un Gnomo en Ventormenta!


-¿Qué demonios…?-


El Segador Helado se movía ágilmente entre la gente, lanzando tajos a diestro y siniestro a los piratas. Cualquiera que era alcanzado por su mortal guadaña se veía prontamente sin algún miembro o convertido en un bloque de hielo. Los piratas estaban aterrorizados ante la visión del Segador, pensando que se trataba de la misma Muerte que venía en busca de sus almas para llevarlas al peor de todos los infiernos. Así, enajenados, trataban de hacer frente a la sombría figura que se movía ágilmente de un lado a otro, esquivando los tajos. Bector, desde su posición vio la matanza que estaba teniendo lugar y quedó petrificado ante tal masacre. Pronto reaccionó sin embargo y saltó furioso para coger a más piratas que se encontraban temerosos frente a frente con el Segador Helador:

-¡Ni se te ocurra! ¡Estos son míos! ¡No me vas a dejar sin diversión después de tanto tiempo!- El Segador pareció dejar educadamente que el enano se desahogase a gusto mientras él se fue por su lado. Pronto se encontró con ciertos marinos de más experiencia que les supuso un mayor esfuerzo, pero que no llegaban a su nivel y aunque consiguieron bloquear alguno de los ataques de la temible guadaña, no pudieron hacer nada cuando el Segador movió enérgicamente el arma y del cielo empezaron a caer afilados fragmentos de hielo, mortales como espadas bien afiladas que caían sobre los desdichados piratas, atravesándole los pechos y derramando su sangre sobre la cubierta. El Segador prosiguió defendiendo el barco de los atacantes con sangre fría y de forma rápida y letal

Por su parte Razor se encontraba concentrado en la pelea. Tras haber acabado con unos cuantos de aquellos hombres que, desde su punto de vista, habían elegido el barco equivocado en el momento equivocado, uno de los piratas había sido lo suficientemente rápido como para darle un buen corte en el hombro izquierdo, inutilizándole el brazo. Estaba perdiendo sangre pero pronto se desquitó rebanándole la garganta sin dudarlo al pirata culpable. No podía moverse bien y la sangre que le caía de la cabeza por los golpes de las explosiones le impedía ver con el ojo bueno. Fue entonces cuando un pirata saltó para atacarle por la espalda y clavarle el sable cuando una pantera joven surgió de entre las sombras y se lanzó a destrozar con sus mandíbulas al pirata. Razor no entendía muy bien lo que pasaba, pero agradeció que alguien se preocupase de su salud. Cayó al suelo inconsciente y pronto un par de los marinos le llevaron al médico. La pantera siguió con la defensa del barco y fue saltando de pirata en pirata, destripando y destrozando allá donde era necesario. La sangre bañaba la cubierta, el fuego de las explosiones iluminaba la batalla. Parecía el mismísimo infierno y los capitanes, luchando en duelo singular en aquel momento, los señores demoniacos. El Caporal se encontraba frente a frente con un humano de aspecto despiadado que manejaba dos espadas curvas con gran agilidad en el alcázar de popa. Aunque poseía una mayor potencia de ataque, el Caporal se defendía gracias a una gran agilidad esquivando los golpes aquí y allá y bloqueándolos. El aire estaba sumido en los metálicos choques de las armas que se movían a un ritmo vertiginoso, tal vez sin gracia, tal vez sin juego limpio, pero con una hermosura oscura propia de un bello réquiem. Pronto Mardant hizo uso de la cualidad innata de los kaldoreis de fusionarse con las sombras. Desapareció ante los ojos furiosos del capitán pirata que empezó dar tajos al aire y a gritar como una bestia hasta que su rugido fue ahogado por el alfanje del capitán, que le había atravesado el corazón, y cayó muerto al momento. El Caporal se permitió observar el curso de la batalla naval y sonriendo dijo para sí:

-Navega, barco mío, que corta el mar y nadie detendrá- Y se lanzó a la cubierta a acabar con el resto de piratas.

La batalla transcurría con gran rapidez gracias a la intervención de la compañía y sobretodo del Segador y aquella misteriosa, aunque mortal, pantera. Fue, de hecho, en un momento dado cuando ambos contendientes se vieron desde cada lado del barco, cruzándose sus miradas y demostrando en sus ojos un brillo de reconocimiento. Se quedaron por un momento congelados, ignorando toda la batalla que ocurría a su alrededor, el tiempo se había congelado para ellos y no existía nada más que su mirada. Fue en aquel momento cuando uno de los piratas armado con un arpón aprovechó el momento de despiste para atacar a la pantera e intentar atravesarla. El Segador, percatándose de las intenciones del pirata, se lanzó rápidamente para proteger a la pantera y el arpón atravesó la oscuridad de su túnica. Aunque el pirata notó que había impactado algo consistente, dudaba de ello pues no se veía nada en la completa oscuridad de la túnica y el Segador no reaccionaba. Entonces, la sombría figura alzó su guadaña y lanzó un ataque horizontal cortando de un solo golpe el torso del pirata y cayó muerto dejando el arpón clavado en el Segador. La pantera observó sin pestañear lo ocurrido sin entenderlo. El Segador se arrancó el arpón con un inmenso gruñido de dolor y este salió completamente ensangrentado. La pantera miró con enorme preocupación al Segador. Este no la miró si quiera. Salió corriendo hacia el interior del barco. La pantera la siguió con gran velocidad. Mientras tanto, el resto de la tripulación acababa con los últimos estertores de la banda pirata, desmoralizada ya por la perdida de su capitán y el inminente hundimiento de su barco. Pronto no quedaban restos de los que habían sido sus asaltantes y el barco se había perdido en las oscuras profundidades del océano, uno más de los numerosos barcos que adornaban ese cementerio de navíos que era el fondo marino.

Cuando toda la situación se hubo calmado, todos se encontraban en la cubierta contando las pérdidas. Gracias a la intervención de aquellos misteriosos guerreros solo se habían perdido diez hombres. La compañía buscaba preocupada a su amigo el gnomo. Bector y Anaysha apenas habían sufrido daños y Razor parecía sobrellevar bastante bien la herida del hombro, ahora cosida y vendada. Fue entonces cuando apareció Estelae con los ojos bañados en lágrimas llevando a Kronüs el cual tenía todo el pecho manchado de sangre que caía gota a gota lentamente al suelo. Estelae se encontraba consternada sin saber muy bien que hacer. Fue entonces cuando Anaysha actuó con gran celeridad, cogió al gnomo de los brazos de la joven y lo llevó rápidamente al médico.

Una vez en la sala de operaciones del médico, el doctor Ilthiross le quitó con sumo cuidado la túnica dejando ver una desagradable herida en la zona derecha del pecho. Los demás esperaban fuera, la joven Estelae se hallaba apoyada en la pared en postura fetal de nuevo llorando de forma desconsolada. Anaysha se acercó a ella y la abrazó tratando de calmarla, pues temblaba descontroladamente por la aflicción. Bector y Razor esperaban con gran preocupación a ambos lados de la puerta para que nadie molestase al doctor. Pronto empezaron a oírse fuertes gritos de dolor. La operación había comenzado y Estelae era incapaz de oír esos gritos de dolor, aunque tampoco deseaba alejarse de allí. Los gritos prosiguieron por varios minutos, llenando todo el silencio que se había proclamado en todo el barco. Todos los marineros miraban expectantes hacia la compañía que esperaba a su compañero. Incluso la señora Jhonson salió de su cocina y fue para calmar a la joven. Entonces, los gritos cesaron y todos se mantuvieron atentos intentando no pensar en lo peor. Al cabo de unos minutos de haber cesado los gritos salió el doctor con los guantes y la bata de operación llenos de sangre. Se quitó la mascarilla para hablar a la compañía:

-Está bien…Tenía una herida bastante grande y ha perdido mucha sangre. Ha habido que hacerle una transfusión con un poco que tenía en la reserva. Menos mal que había preparado sangre gnómica. En definitiva, sobrevivirá. Ha tenido mucha suerte pues parece que apenas han sido dañados los órganos. Da la impresión de que ha nacido bajo una buena estrella. Ahora ha caído inconsciente por el dolor y el cansancio. Será mejor dejarle descansar, aunque si queréis podéis verlo ahora.- Todos volvieron a respirar aliviados. Estelae se alzó temblando y necesitó apoyarse en Anaysha. Los cuatro entraron en la habitación. Sobre la camilla se encontraba el durmiente Kronüs con varias vendas que tapaban todo el pecho, sin dejar ver la herida recién cerrada. Estaba bastante pálido pero dormía placidamente. Estelae no pudo evitar acercarse con suavidad y sentarse al lado de la camilla observando el rostro del gnomo ahora dormido y sin sus inseparables gafas. Defi se encontraba sorprendentemente a las patas de la camilla. Nadie la había visto en toda la batalla y ahora había reaparecido. Estelae se quedó allí observando al gnomo. Bector fue a decirle que debían dejar la sala vacía pero Anaysha le agarró del hombro y le indicó con la mirada que era mejor dejarla allí. Bector asintió y los tres se fueron dejando allí a Kronüs y a Estelae.

La elfa se quedó allí velando por el gnomo. Sabía que los días pasaban por el cambio de la luz através de los ojos de buey. Sentía como los marinos reían y charlaban en el comedor relatando sus batallas con bravura durante el ataque pirata. Sin embargo, dentro de aquella pequeña habitación reinaba el silencio. Ella se quedaba allí, vigilando al gnomo. Observando si necesitaba llamar al médico y de cuando en cuando tocando su ocarina para aliviar su sueño. Los compañeros del gnomo se quedaban haciendo turnos al lado de la puerta de la habitación, jugando con Defi, la cual había decidido por propia voluntad quedarse también fuera para no molestar; y llegando a oír el místico sonido, sumergiéndose en sus propios pensamientos. Anaysha y la señora Jhonson entraban de cuando en cuando para dejarle algo de comer o, si la encontraban dormida, darle una manta para que no pasase frío.

Fue al cabo de tres días cuando finalmente despertó. Era por la mañana y se encontraba Estelae vigilando al gnomo como siempre tocando su ocarina. Kronüs entreabrió los ojos y oyó el sonido de la ocarina. Se giró lentamente y observó borrosamente como la elfa tocaba con ternura y concentración el instrumento.

-Es hermosa…Pero sigue siendo triste.-Dijo Kronüs con una débil sonrisa y la elfa se sobresaltó como de costumbre. Observó a Kronüs y no cabía de sí de gozo. Fue corriendo a llamar al resto de la compañía y entraron todos en tropel cuando el médico le estaba cambiando las vendas. Observaron por fin la herida. Resultaba una herida bastante grande. De haber sido efectivo el golpe, el arma culpable habría rasgado completamente el pulmón. Ahora solo quedaba una cicatriz de aquello. Estelae al observar la cicatriz sintió un gran temor al recordar lo que ocurrió durante la batalla y lo que podría haber llegado a ser. Pero no acabó en ello. Pronto vislumbró más cicatrices distribuidas por el torso del gnomo. Ciertamente no eran tantas como las de un guerrero curtido en mil batallas, y no se encontraban en zonas letales como la más reciente, pero sí demostraban que el gnomo había sufrido en su pequeño cuerpo.

-¿Se puede saber como demonios te pudiste hacer aquella herida tan horrible?- Preguntó Anaysha mientras Kronüs comía un plato de la jugosa, aunque dudosa, comida de Jhonson, ya con sus gafas puestas.

-Un pirata me atacó. Me pilló por sorpresa cuando me dirigía a la cubierta y caí en redondo, jeje. Es una vergüenza que no hubiese podido ayudar en la batalla.-Explicó Kronüs mostrando cierto avergonzamiento. Estelae sabía lo que había ocurrido y no entendía porqué el gnomo mentía a sus compañeros. Sin embargo, el resto sonreía con satisfacción.

-La batalla contra la misma muerte es la de mayor mérito.-Aseveró Bector.

- O eso o es que eres un demonio, porque para sobrevivir a esa herida.- Afirmó Razor riendo a carcajadas. Kronüs respondió con más risas, feliz de tener a sus compañeros allí con él. Entonces su mirada se posó en la de Estelae que sonreía con timidez. Sus miradas quedaron fijas la una sobre la otra y Anaysha, percatándose de ello se levantó.

-Bueno chicos, hay trabajo que hacer. Vamos fuera.-

El enano y el humano se levantaron y se fueron obedientes dejando a la elfa y al gnomo a solas. Se quedaron allí por un rato en silencio sin decir nada. Estelae fue la primera en hablar al cabo de un rato:

-Eras tú, ¿verdad? Aquel ser oscuro que defendía a los marinos.-Kronüs asintió con la cabeza.

-La gente lo conoce como el Segador Helado. Es algo así como un alter-ego. Supongo que me reconociste por el olor, ¿no es así? Es algo sorprendente si tenemos en cuenta la cantidad de sangre, pólvora y salitre.- Estelae asintió lentamente y prosiguió preguntando.

-¿Y porqué te ocultas bajo ese disfraz?-Kronüs desvió la mirada ante esa pregunta.

-Hace mucho tiempo…Me dí cuenta que si mostraba mi verdadero potencial, alguien trataría de aprovecharse de él para hacer el mal. Pero yo deseaba ayudar a la gente con mis propias manos, protegerlos y permitir que al menos ellos pudieran vivir la paz y la felicidad que durante mucho tiempo se me negó a mí. Así, adopte esta personalidad. Nadie, ni siquiera mis mejores amigos saben de esto. Lo que menos deseo es que alguien querido para mí salga dañado por mi culpa…-

-¿Y por qué…?- Empezó a preguntar con un tono ahogado la elfa. Kronüs alzó la mirada y vio como las lágrimas empezaban a manar de los ojos de la elfa.- ¿Por qué…Tuviste que tomar ese ataque que iba hacia mí? Podrías haber muerto.-El gnomo sonrió con calidez y apartó el plato ya vacío a una mesa auxiliar.

-¿Quieres saber la verdad?- Empezó el gnomo con un leve tartamudeo.- Pues, porque durante todo este tiempo que hemos pasado aquí me he dado cuenta de que disfrutaba estando a tu lado. Que yo reía cuando tus reía y cuando llorabas, yo lloraba por dentro. En resumen…Porque te amo.-Y dicho este, el rostro del gnomo se llenó de gran rubor a pesar de la palidez y de la casi resuelta sonrisa que trataba de mostrar. Estelae dejó de llorar repentinamente y se quedó observando al gnomo sintiendo una calidez en su corazón que desde hacía muchos años no había sentido. Pero al poco su rostro volvió a entristecerse y habló con timidez al gnomo, sin mirarle a los ojos.

-Yo…No digo que no sienta lo mismo….Pero, no podría ser…-Kronüs, a pesar de sentir una honda tristeza mostró una cálida sonrisa de comprensión.

-Bueno, lo entiendo. Una relación entre un gnomo y una elfa resultaría bastante extraño, jejeje.-Estelae alzó rápidamente la mirada para responder.

-No, no. No es eso, es que…Es largo de contar y no creo que te interese…-

-No me voy a mover de aquí, jajaja. Además, si vas a rechazarme, me gustaría saber el porqué.-Estelae no sabía porqué pero decidió contárselo.

-Cuando yo…Era una niña, ya hace muchísimos años, vivía en una aldea humana en alguna zona de los Reinos del Este. Había perdido a mis padres y yo no era más que una chiquilla de una raza desconocida viviendo en el orfanato. Me pasé la mayor parte de la vida allí. Ya desde un principio demostré mis cualidades para transformarme en animales. Pero poco más sabía de mis poderes porque no tenía a nadie que me enseñase. La gente de la villa y los niños, poco acostumbrados a ello y a mi raza, me rechazaban completamente, pensando que era una especie de monstruo y que en cualquier momento me volvería loca y les mataría. Me rehuían y pasé mucho tiempo sola, sin amigos de verdad.- Relató Estelae mientras temblaba del miedo por los dolorosos recuerdos.- Fue entonces cuando siendo una adolescente apareció en la villa un mago desconocido que habitó durante unos meses en la villa. Lo conocí por casualidad y me quedé ciegamente enamorada de él. No sabía si él sentía lo mismo por mí en aquel momento pero yo estaba satisfecha con estar a su lado. Él me dejaba acompañarlo allá donde quería. Incluso llegué a mostrarle mi habilidad. De vez en cuando me pedía que la usase para conseguir una u otra cosa sin que la gente lo supiese, ahora sé que eso estaba mal, pero, en aquel momento, yo solo tenía ojos para el amor que sentía por él.

Fue al cabo de un par de meses, en una noche de verano cuando oí gritos en la aldea. Todos los edificios estaban en llamas. Un grupo de asaltantes estaba atacando la ciudad y, ¿quién crees que estaba dirigiendo el ataque y provocando la mayor parte de los daños? Así es…Él, ese maldito mago estaba destruyendo aquella villa por completo, reduciéndola a cenizas. Incluso esperó que le ayudase a acabar con los habitantes. Pero yo…Huí, salí corriendo sin más. Tras eso viví alejada de todos y de todo, yendo de un sitio a otro hasta que mi raza se dio a conocer a la Alianza y acabé en Darnassus donde pude mejorar mis habilidades. Pero...Nunca más volví a confiar en ningún hombre. Decidí que nunca más volvería a enamorarme de nadie y menos de un mago…Hasta ahora. Cuando empezaste a acercarte a mí, haciendo esas bromas y esforzándote porque fuese feliz, sentía que algo volvía en mi corazón. Pero…Pronto me enteré que tenías ya a alguien esperándote, y sin saber muy bien porque sentí una gran tristeza a pesar de que solo te tenía como un buen amigo, nada más…-

-¿Quién te dijo eso?- Preguntó confuso Kronüs mientras se recostaba para mirar mejor a la elfa.

-El Caporal…-

-¿El Caporal? Él solo trata de conquistarte, ¿lo sabes, verdad? Solo miente en su provecho.-La elfa asintió entristecida.

-Ya lo sabía…Pero aún así…Tenía miedo…Miedo de volver a confiar mi corazón a alguien y que me lo rompiese.- Estelae bajó la cabeza entristecida y Kronüs cogió con suavidad la mano de Estelae, que dudó por un momento en apartarla, pero no deseaba hacerlo.

-Ahora entiendo que has sufrido mucho, y yo solo puedo decirte que trataré de curarte esas heridas. Lo único que deseo es que vuelvas a ser feliz y que veas las cosas hermosas que el mundo puede ofrecerte. Pero solo puedo hacer eso si tú me lo permites…-

Estelae miró sorprendida al gnomo, las lágrimas volvieron a salir pero esta vez eran lágrimas de alegría, se lanzó al abrazo del gnomo y, por primera vez, los dos, gnomo y elfa, sintieron que habían encontrado una auténtica felicidad en su vida.



***


Pasaron así dos semanas más. Las noticias de proximidad de tierra animaban a los marinos. Tras el ataque de los piratas el barco había tenido que hacer frente a fuertes tormentas, días de calma total sin apenas viento y ataques de bestias de las profundidades. El barco había sufrido varios daños, no muy severos por suerte y la gente deseaba que la travesía acabase pronto. Bueno, no todos. Durante estas dos semanas Estelae y Kronüs habían afianzado mucho su amor. Cierto es que tal vez no parecían una pareja romántica completamente, pues el miedo que aún residía en el corazón de la elfa lo impedía, pero desde que Kronüs se había recuperado totalmente la pareja en más de una ocasión se escabullía de la tripulación para intercambiarse miradas, caricias o alguna palabra de amor, de forma que la elfa había abierto su corazón más y más al pequeño gnomo. Poco a poco se fueron conociendo mejor, pero no deseaban que esto acabase y rara era la vez que se veían separados, lo cual hacía ir en aumento el odio del Caporal hacia el gnomo.

Aquel día Estelae se encontraba leyendo uno de los libros que Kronüs le había prestado en la cubierta sentada placidamente escuchando el sonido del mar y el canto de las gaviotas cuando Kronüs se acercó en silencio a ella y le colocó lentamente una mano sobre el hombro, haciéndole sobresaltar como de costumbre. Esto hizo que Kronüs se riese con ternura de la elfa y ella le dedico una de sus radiantes y tímidas sonrisas, mientras Defi se encaramaba por la túnica de la elfa hasta sentarse en su cabeza, tal y como hacía con Daríus.

-¿Qué andas leyendo?-Preguntó sonriente Kronüs.

-Un libro.-Respondió con gracia la elfa y Kronüs abrió los ojos con comicidad.

-Menos mal, ¿eh? Ya pensaba que estabas leyendo las tablas de la cubierta.- Replicó con ironía el gnomo provocando una leve risilla en la elfa. El gnomo hizo amago para sentarse en el regazo de las elfas, pero esta le apartó divertida chistándole.

-Ya…Que nos van a ver.- Dijo en voz baja la elfa. El gnomo mostró una de sus clásicas sonrisas y le cogió con ternura la mano.

-Si estoy seguro que ya lo saben, jejeje.-

-Anda…-Y la elfa le dejó sentarse con ella. Estelae se sonrojó levemente, pero no habría permitido que le quitasen aquel momento con Kronüs.

-¿Qué libro lees? Ah, El Gnomo que deseaba volar. Uno de mis favoritos. Mi madre solía leérmelo por la noche...- Y Kronüs por un momento se quedó taciturno y pensativo, pero pronto se le fue la nostalgia cuando sintió como la elfa le abrazaba con calidez. Durante mucho tiempo, cada uno había sufrido en soledad por fantasmas del pasado. Ahora, aunque opuestos en algunas cosas, se complementaban perfectamente y el uno aliviaba las penas de la otra y viceversa.

Desde el otro lado del barco, la compañía contemplaba a la pareja y sonreían satisfechos.

-Desde luego, no entiendo el amor.- Afirmó extrañado aunque feliz Razor.- No he visto pareja más rara en mi vida. Más rara que un delfín con antenas.-

-Tal vez…-Secundó Bector observando al gnomo.- Pero, ¿no crees que es una hermosa escena?-

Anaysha dejó de acariciar a Llenthy y observó extrañada con la ceja alzada al enano. Bector se percató de su mirada.

-¿Qué?-

-Nada, simplemente me has sorprendido. Veo que aprecias algo más que la cerveza y las peleas.-

-Bah…Eso de que los enanos solo piensan en peleas y cerveza y más peleas no son más prejuicios. Nosotros también sabemos qué es lo realmente importante en esta vida.-

-Jujuju-

Razor se mesó el bigote pensativo mientras observaba al Caporal ir y venir sobre la cubierta sin quitar ojo a la pareja.

-Hay algo que me lleva escamando desde hace un buen rato…-

Anaysha y Bector se volvieron para mirarle.

-¿A que te refieres?- Preguntó Anaysha.

-Es evidente. Bahía del Botín es un puerto neutral. No sé como habrá hecho el Caporal para conseguir que el Barón Revilgaz permita que la Mano de Elune atraque allí siendo propiedad de la Alianza. Y otra cosa que también me escama bastante es el hecho de que…Bueno, mirad este barco. Un galeón como este requiere de un mayor número de marinos, muy superior al que realmente lleva. Después está el hecho de habernos contratado. Siendo algo oficial de Darnassus podrían haber enviado a sus centinelas, ¿no creéis?-

Bector y Anaysha se fijaron en ello y también mostraron cierto gesto pensativo.

-Esto me huele mal, y no lo digo solo por Bector.- Afirmó Anaysha.

-¡Ey!- Exclamó molesto el enano.

-Será mejor que nos reunamos todos en nuestro camarote. Decídselo a Kronüs y a Estelae. Yo voy yendo mientras tanto.-Y la elfa se fue adentro dejando a Razor y a Bector sobre la cubierta.

-Tampoco huelo tan mal…-

-Bector…No te has duchado ni una vez en lo que llevamos de travesía.-

-¡Bah!-



***



Una vez que fueron avisados, los cinco se reunieron en el camarote de las mujeres. Razor estaba perplejo.

-¡Estoy perplejo! Tenéis colchones propios, tenéis baños, ¡baños limpios! Como se nota que lo único que mueve a ese hombre son las mujeres.-

-Bueno…-Calmó Kronüs.- Vamos a centrarnos en lo importante. Por lo que ha dicho Razor, es ciertamente sospechoso. Ya de por sí también me sorprendió que los únicos que habían venido para la investigación fuesemos Estelae y yo. Esto huele mal.-

-¡Lo siento! ¡¿Vale?!- Exclamó de nuevo enojado Bector.

-No, Bector, no me refería a ti.-

-Aunque si que te hace falta un buen baño.-Puntualizó Anaysha causando leves risas en el grupo.

-Pero Razor tiene razón.-Añadió Kronüs cuando las risas cesaron.- Esto resulta bastante sospechoso. Hemos de investigarlo, pero ese Caporal no confía en nadie, jum…- Kronüs se mesó la barba pensativo.

-Es más que fácil.-Explicó Razor.-A ese tipo le pierden las faldas. Que una de las chicas vaya y le engatuse para sacarle lo que queremos saber.-

-Buena idea.- Dijo Kronüs.- Anaysha, ¿irías allí para investigar?-

-Ni hablar.-Respondió con brusquedad.- No pienso acercarme a ese pulpo ni loca.-

-Vamos, eres nuestra única opción.-

-No, no es la única…-Observó Razor y los tres dirigieron su mirada a Estelae que estaba sentada al lado de Kronüs, el cual le cogió la mano rápidamente en cuento se percató del pensamiento de los demás.

-Ah, no. Ella no.-

-Ah, sí. Ella sí, además el Caporal le lleva echado el ojo desde hace bastante tiempo.-

-Pero, pero…-Kronüs dejó de insistir cuando Estelae colocó una mano sobre su hombro y le sonrió con calidez.

-No importa Kronüs. Quiero ser de utilidad.-Kronüs bajó la mirada preocupado hasta que recordó algo.

-Bueno, pero no te irás sin esto…-Kronüs rebuscó entre los bolsillos de su túnica hasta sacar un colgante esférico plateado y pequeño.

-¿Qué es?- Preguntó intrigada Estelae mientras se lo colocaba alrededor del cuello.

-Es un pequeño orbe de visión. Con él podremos ver lo que tú veas.-

-Que interesante…-Dijo Razor con una mirada avariciosa la cual desapareció al instante cuando Bector puso su Molnyr a un palmo de su cara.

-Bueno, será mejor que vayas yendo. Dile de ir a cenar los dos solos y ya está. Al cabo de unas cuantas jarras de ron seguro que canta.- La explicó Anaysha a la joven elfa.

Estelae asintió y salió de la habitación. Kronüs suspiró mientras conjuraba un pequeño portal de visión para observar a través del pequeño orbe.

-No me gusta nada este plan.- Aseveró Kronüs con preocupación y Anaysha le sonrió acariciándole el pelo divertida.

-Tranquilo, es una chica muy capaz.-



***



Estelae salió fuera a la cubierta. Ya podía verse una fina línea de tierra en el horizonte. Fue andando hasta la zona de popa y allí encontró al Caporal charlando con el contramaestre Tres Quintos. Al ver acercarse la elfa, su rostro se tornó en una expresión de desagrado.

-Vaya, vaya, pero si es la enamorada de los retacos, ¿qué desea ahora?- Ante tal comentario Estelae deseó por primera vez cruzarle la cara tal y como le había contado Kronüs que había hecho Anaysha, pero decidió tragarse la furia por ahora. Se acercó de forma sensual al Caporal con una risilla tonta.

-Oh, Caporal. Es tan divertido como atractivo.-

-¿Ah, sí? Digo, por supuesto.- Afirmó no muy convencido el Caporal mientras sacaba pecho orgulloso.

-Me preguntaba si le gustaría compartir algo de cenar con una servidora…A solas.-

-Tres Quintos.-Llamó rápidamente el Caporal.

-¿Mi Caporal?-

-Preste atención al horizonte y avise si ocurre algo. Tengo asuntos que atender con esta preciosa damisela.-

-¡Sí, mi Caporal!-

El Caporal cogió del brazo con cierta energía a Estelae, la cual tuvo que hacer un gran esfuerzo para aguantar las nauseas. Bajaron las escaleras hasta llegar al comedor, en aquel momento vacío salvo por la presencia de la señora Jhonson, en aquel momento atareada limpiando las mesas del comedor. Alzó la vista cuando oyó el sonido de la puerta y rápidamente se acercó al Caporal.

-¿Qué le tengo dicho de venir a mi cocina?-

El Caporal sonrió con una estúpida mueca de suficiencia.

-Perdone que le corrija, pero nos encontramos en el comedor. Ahora, si no es mucha molestia, me gustaría tener una velada con la bella señorita ColmilloLunar, así que prepárenos algo, por favor.-

La señora Jhonson miró con severidad a la elfa, la cual asintió de forma imperceptible y pronto la señora Jhonson comprendió-

-Oh, claro, ¿cómo no? Supongo que desearan un poco de ron para acompañar.-

-Esto…--¡Por supuesto! Es una idea fantástica.-Cortó rápida pero elegantemente Estelae.

Los dos se sentaron en una mesa y esperaron a que la señora Jhonson fuera sirviendo. Se estableció un momento de silencio en el cual apareció la señora Jhonson y colocó dos jarras de ron. El Caporal cogió la suya y empezó a beber poco a poco.

-Bueno… ¿Y como es que ha cambiado de opinión, señorita?-

-La verdad…El gnomo no era más que una diversión. Pero me he aburrido de él. Pronto me di cuenta de que era demasiado bonachón y que carecía de toda ambición de poder.-

-Vaya vaya. Gracias.-Dijo el Caporal a la señora Jhonson que le rellenó la jarra de ron y el Caporal prosiguió bebiendo.-

-Pues sí…Yo lo que necesito es un hombre malo, ¿sabe? Alguien con ambición que no tenga miedo de llegar hasta donde sea necesario para conseguir el poder.-

-Jeje, ¿eso piensa?- Preguntó el Caporal que empezó a servirse el solo más ron, pues cada vez se sentía curiosamente más sediento.

-Así es, y creo que usted es de esa clase de hombres, ¿no es así?-

-Mujer…No sabe de lo que he hecho para llegar aquí…-

-Cuénteme.-Preguntó Estelae con falso interés.

-Cuando era solo un grumetillo, iba asesinando al que estaba directamente por encima y tiraba su cadáver por la borda durante la noche. Así llegue a donde me encuentro ahora. Esa es la clave del éxito, una rápida puñalada en la espalda y una buena coartada-

-Vaya, es usted un hombre malvado, cuénteme más.- Estelae le sirvió más ron al Caporal.

-Gracias…Pues a veces he tenido que transportar armas para la Alianza y he vendido parte a los piratas, jejeje.-

-Vaya, que diabólico.-

-¿Y sabe que? Es cierto que tenia que venir gente a este barco a investigar en Tuercespina, pero me procure de que viniese la menos gente posible, suerte que me controlé un poco, porque sino usted no estaría aquí ahora.-

-Anda, ¿y como es eso?-

-Pues verá…Cierto es que se suponía que tenía que hablar con los Aguasnegras para que me dejasen vender las mercancías en su mercado, pero me exigían impuestos muy altos. Así que pienso desviarme y vender las mercancías a los piratas Velasangre, jejeje, seguro que al Barón Revilgaz no le sentará bien saber que le voy a dar las mercancías a su enemigo.-

La señora Jhonson que pasaba en aquel momento oyó lo que dijo y armada con un rodillo de amasar se dispuso a golpear a Mardant en la cabeza.

-¡No!- Exclamó Estelae. El Caporal se sorprendió de la reacción.-No…No me lo puedo creer, es usted un hombre muy, muy malo.- Y Estelae pidió con la mirada a la señora Jhonson que volviese a la cocina.

-¿Usted cree? Jajaja, es bueno que la gente sepa valorar sus esfuerzos.-

-Pero digo yo… ¿Qué pasará con los contratados y conmigo? Cuando lleguemos, ellos se enterarán de lo que está pasando y no le dejaran continuar.-Dijo esto con cierto tono de pena infantil, tratando de parecer adorable y desvalida.

-Son una panda de aguafiestas. Pero descuida, algunos de los marinos conocen de mi plan, y se encargarán de rebanarles el gaznate cuando lleguemos allí.-

-Vaya...-

-Pero con usted…Puedo hacer una excepción.-

-Oh, que atento.- Estelae se levantó de la mesa y se fue dirección a la puerta.

-¿A dónde va?-

-Es muy tarde, necesito descansar para estar tan guapa…-

-Pero, si ni siquiera ha llegado la cena...-

-Una hermosa mujer debe cuidar su figura, ¿lo sabía mi Caporal?-Y se marchó dejando al Caporal confuso observando su jarra de ron. De repente se sintió muy, muy sediento.

-Mujeres…Sírvame otra, señora Jhonson.- Y la señora Jhonson golpeó con todas sus fuerzas, haciendo uso de su querido rodillo, al Caporal dejándolo inconsciente sobre la mesa. La cocinera sonrió con gran satisfacción.

-Buena suerte con la resaca, mi Caporal.-



***



Al cabo de unos diez minutos y cuando Estelae hubo vuelto al camarote, Razor le aplaudió con satisfacción profesional:

-Un gran trabajo desde luego. De haber sabido antes que tenías tal talento para el engaño y la estafa, no me habría quedado quieto dejando al gnomo actuar por su cuenta.-

Estelae mostró una sonrisa tímida.

-No creo que sea algo de lo que sentirse orgullosa, pero supongo que tratándose de alguien tan ruin como ese Caporal no pasará nada.-Bector y Anaysha mostraron una sonrisa divertida y el enano le dio unas palmaditas a Razor.

-¿Ves? Esto es lo que la diferencia de ti. Ella se plantea las repercusiones morales.- Razor se quedó mirando por unos instantes a Bector como quien no entiende muy bien lo que acababa de oír.- ¿Moral? Eso no está en mi diccionario.-Bector le dio un puñetazo en el hombro, con la intensidad justa para reprochar y a la vez ser un gesto de compañerismo.

-Será mejor que no gastes saliva con este ladronzuelo.-Replicó Anaysha divertida mientras le daba unas palmaditas de felicitación a Estelae.

-Tienes razón, jajaja.-

Estelae sonrió a los tres y al momento se percató en el gnomo que fingía sentir tristeza, lo cual no sé percató Estelae que era una pantomima. Se acercó con cuidado al gnomo:

-¿Ocurre algo…?-Kronüs alzó la vista, viendo la preocupación en el rostro de Estelae, y sonrió con gran calidez de repente.

-¿Así que soy un bonachón que no sirve para nada, eh?- Estelae sonrió radiante y Kronüs rió a carcajada batiente.

-Bueno, dejadlo ya pareja.-Cortó Razor.-Hemos de prepararnos y buscar a aquellos de los que estemos seguros que no están de lado del Caporal.-Y los tres se fueron retirando en dirección a la cocina para visitar a la señora Jhonson y preparar alguna estrategia. Kronüs y Estelae quedaron a solas en la habitación quedaron a solas y la elfa miró extrañada a Kronüs.

-¿No se lo has explicado?-Kronüs bajó la mirada avergonzado y Estelae se acuclilló para mirar al gnomo a los ojos.

-Ya sabes cuales son mis sentimientos, nuestros sentimientos, pero…-Estelae se mordió el labio inferior.-Ya sabes que no estoy preparada para considerarnos pareja. Ha sido algo tan sorpresivo. Y todavía tengo esos miedos, esos fantasmas en mi interior. No puedo negarte que te quiero, pero no podemos ir más rápido que el tiempo...Ni yo me esperaba tener esos sentimientos hacia alguien como tú…-Kronüs asintió, suspiró y volvió a mostrar una de sus clásicas sonrisas. Su relación con Estelae había alcanzado un nivel de complejidad bastante alto. Cierto es, ambos conocían los sentimientos del uno por el otro y, al menos a solas, lo demostraban con total comodidad, pero no se consideraban completamente pareja. Estelae tenía una serie de heridas en su interior que aún no habían cicatrizado y, aunque el gnomo había mostrado gran comprensión, paciencia, y voluntad de cuidar de ella hasta el final, le resultaba difícil olvidar que él era dos de las cosas que ella más había temido y odiado en este mundo. Hombre, en el sentido masculino, pues era un gnomo, y mago. Además debían tener en cuenta las dificultades que suponían pertenecer a razas tan opuestas, que, si bien se habían dado casos en Azeroth de parejas de distintas razas, resultaba totalmente extraña ante los ojos de muchas personas y no deseaban causarse problemas el uno al otro.

-Con eso de “alguien como tú”, ¿te refieres al hecho de que sea un gnomo? Jajaja.-Estelae sonrió divertida.

-Ya sabes que eso no me importa, no soy como el resto de los elfos.-

-Sí, eres bastante rara.-Dijo divertido Kronüs

-Mira quien fue a hablar, aquel cuyo lema es “Todo genio tiene dos partes de locura y una de inteligencia” y además se proclama un gnomo fuera de los gnomos.- Kronüs volvió a reírse y Estelae también con su risilla tímida. Cuando dejaron de reírse se quedaron el uno mirando al otro fijamente a los ojos. Kronüs alzó una mano y acarició suavemente el rostro de Estelae. Esta la cogió y tirando con cuidado de su brazo acercó al gnomo hacia sí, abrazándose con ternura. Al cabo de unos segundos que para la “no-pareja” fueron como años, Kronüs se apartó y fue yéndose a la puerta.

-Venga, que tenemos trabajo que hacer.-Estelae asintió y se puso de pie. Estelae se miró el colgante y luego miró a Kronüs.

-¿Qué hago con esto?-

Kronüs volvió la mirada a la elfa y le sonrió con calidez.

-Quédatelo. Será mi primer regalo. Y si necesitas ayuda, podrás llamarme con él.-

Estelae sonrió al gnomo y ambos salieron del camarote con la ardilla mecánica siguiéndole los talones en silencio.



***



Una vez en la puerta de empleados de la cocina, se asomaron lentamente. Allí, la señora Jhonson hablaba con su esposo a susurros acalorados hasta que se percataron de la compañía. Ambos callaron y la señora Jhonson hizo un gesto apremiante para que entrasen. Cuando hubieron entrado, todos volvieron la mirada al comedor, allí ya no había nadie.

-Tranquilos, ya se fue medio beodo.- La señora Jhonson colocó de forma maternal el cuello de la túnica de Estelae.- Ay de ti. Cuando te vi pensaba que me había equivocado y eras de esas que querían echarse a perderse. Menos mal que no era así…Y tú.- Dijo esto dirigiendo su mirada a Kronüs y golpeándole levemente con la cuchara de la madera en la cabeza.- Cuídala bien, porque no encontraras nada mejor, créeme.-Pronuncio esto último con cierto tono burlón que arrancó unas pocas sonrisas incluso del gnomo.

-Bueno, la cuestión principal.-Habló Anaysha.- Tenemos que planear algo para acabar con todo esto.-

-¡”Endeluego”!- Exclamó enérgicamente Jhonson- ¡“Sus” los haremos andar “pegaos” al váter cual bebe al pecho de madre!-

-Bueno, tampoco tendríamos que llegar a esos extremos.- Replicó Kronüs sintiendo compasión por los traidores.

-No, no es mala idea cariño.- Terció la señora Jhonson mientras le daba un beso a su marido en la rasposa cara.- Lo que haremos será que en la próxima comida no le añada mi…”Toque especial” para quitarnos de en medio a los traidores.-

-Pero…También los marineros inocentes se verán afectados.- Señaló Estelae preocupada por la salud de los pobres desdichados. Razor por su parte se encogió de hombros con indiferencia.

-Es mejor así. Además, ya le debo dinero a todos.- Anaysha le dio una colleja al humano el cual alzó las manos preguntando qué había dicho mal. Kronüs se mesó la barba pensativo.

-Creo que no tenemos opción. Al menos así podríamos evitar el uso de la violencia, y podremos cambiar el rumbo del barco antes de llegar al emplazamiento de los Velasangre.- Todos asintieron ante tal deducción a pesar de los gruñidos de Bector de desacuerdo en cuanto a evitar la violencia.

-Bien, ya has oído cariño. Prepara el Especial del Martes.- Ordenó la señora Jhonson y el cocinero se fue rápidamente a los fogones. Mientras los demás hablaban sobre que harían a continuación, Razor se acercó con disimulo a Jhonson apoyándose en la repisa como si se tratase de la barra de una taberna.

-Oye jefe. Dime la verdad, ¿cómo hiciste para que una mujer como ella se fijase en alguien como tú?-

El cocinero Jhonson alzó la mirada de un libro de cocina amarillento y rasgado y rascándose la prominente barriga le sonrió mostrando unos dientes torcidos y amarillentos.

-“Pos” ella se me dijo que tenía una “personalidá” encantadora.-



***


Al día siguiente, todos los marineros se encontraban como de costumbre en el comedor listos para comer. Todos exceptuando a la compañía, que se habían ofrecido gentilmente para ocupar los puestos de vigilancia y así los demás podrían comer. Durante toda la mañana, el Caporal había preguntado a Estelae que había ocurrido la noche anterior, y ella siempre le explicaba que tras la tan elegante velada que pasaron, el pobre y esforzado Caporal se había visto afectado por la espiritosa bebida que era el ron, quedándose dormido. En un principio parecía que la explicación había valido, pero el Caporal había decidido quedarse fuera liderando el timón.

La tensión podía palparse en la compañía. Ninguno de los cinco, más los dos animales, le quitaba ojo al Caporal. La línea de tierra era cada vez más visible a pesar de la densa niebla y por lo tanto el tiempo escaseaba. Fue entonces cuando gruñidos de dolor surgieron del interior y los marineros fueron corriendo de un lugar a otro, a cualquier sitio que sirviese como excusado. Antes de que el Caporal pudiese reaccionar Razor le amenazaba con su espada en el cuello y Anaysha le apuntaba certeramente a la cabeza con una de sus flechas. El Caporal parecía alarmado.

-¿Qué demonios es esto? ¿Un motín?-

-Un arresto más bien.- Aclaró Kronüs acercándose a él lentamente con Estelae a su lado.- Caporal Mardant, vamos a desviar el rumbo de su navío para llevarlo a Bahía del Botín donde será custodiado por las autoridades de los Aguasnegras hasta que pueda ser llevado a juicio en Ventormenta por crímenes de traición a la Alianza, asesinato, estafa y comercio con piratas.-El Caporal en un principio aparentó confusión, pero pronto encajó todas las piezas del rompecabezas y desvió su mirada con furia hacia Estelae.

-Maldita sabandija de lengua bífida. Así te rebanen ese cuello de serpiente y te hundas en el oscuro infierno del Mare Magnum.-

-No me va a comprar con halagos, Caporal.-

-Será mejor encerrarlo hasta que lleguemos a buen puerto. Llamad a la señora Jhonson para que lleve el timón…- Pronto Kronüs calló pues oyó un chasquido metálico justo a un lado de su cabeza, y se percató de que una pistola apuntaba directa a su sien y lo mismo debía ocurrirles a sus compañeros, pues no quitaban la mirada al espacio tras Kronüs.-Creo que eso no será necesario.- Dijo una voz a su espalda.- Dejad ir al honorable Caporal, ahora.-

El Caporal sonrió satisfecho cuando Razor y Anaysha se vieron obligados a retirar sus armas. Se ajustó teatralmente su sombrero y se fue a donde se encontraba la figura tras Kronüs.

-Es un placer volver a verles, caballeros. Una suerte de que su barco se encontrase justo al flanco del mío en medio de esta terrible niebla. En cuanto lleguemos a tierra, comenzaremos con las consabidas transacciones.-

-¿Qué hacemos con estos tipos, Caporal?-

El Caporal se frotó la imberbe barbilla y se acercó en silencio a Kronüs. Le miró largo rato y finalmente le dio con todas sus fuerzas una patada en la barriga, dejándole sin aliento en el suelo.

Estelae ahogó un grito de furia y se disponía a lanzarse sobre el Caporal cuando este sacó su alfanje y lo mantuvo a un centímetro del cuello del gnomo con una sonrisa desalmada en su rostro.

-Ah, ah, ah….-Dijo el Caporal negando con un dedo de forma infantil.- Yo de usted no lo haría, a menos que quiera ver como la cabeza de su mascota gira por toda la cubierta.-

Estelae se echó lentamente hacia atrás, mordiéndose el labio de pura furia mientras el Caporal se volvía a uno de los Velasangre.

-Atadlos y llevadlos a la playa para ejecutarlos, menos a esta señorita.- El Caporal señaló con su alfanje a Estelae con una mirada lasciva.-Llevadla a mi camarote. Tengo asuntos que atender con ella.-El Caporal se dirigía a tomar las riendas del timón, en aquel momento sujetado por unos de los bucaneros, cuando pareció acordarse de algo.- Oh, casi lo olvidaba. En la cocina encontrarán a una mujer pelirroja y a un intento de humano. Atadlos y llevadlos a la playa también.- Los bucaneros asintieron y se apresuraron a cumplir con las ordenes.



***



Estelae se encontraba atada en el camarote del Caporal, lo que antes había sido su camarote. No sabía que hacer y lo que más temía es que allá fuera sus amigos y Kronüs iban a ser ejecutados. Hacía poco que habían llegado a tierra y podía oír las voces de los bucaneros vociferando mientras descargaban la mercancía. No sabía muy bien que hacer y pronto volvería el Caporal.

Fue entonces, cuando hubo perdido toda esperanza, Estelae empezó a oír un leve tintineo en el aire. Procedía de su colgante y una voz sonaba tenuemente en su mente.

-¿Estelae? ¿Me escuchas?-Se trataba la voz de Kronüs, la cual sonaba agotada.

-¿Kronüs? ¿Cómo…?- Empezó a susurrar Estelae pero pronto fue cortada por la voz del gnomo.-No creerías que te iba a dar un invento inútil, ¿verdad? Jeje…-La voz trataba de sonar resuelta pero estaba claro que no estaba en su mejor momento.

-¿Estás bien?-

-Eso ahora no importa. ¿Has huido ya?-Estelae estaba aturdida por la pregunta.

-¿Cómo voy a escapar si estoy atada?-

-¿Has probado a transformarte?-

Estelae se mantuvo en silencio pensativa, lo cual sirvió como respuesta para Kronüs.

-Vale. Ya veo. Pues transfórmate y…-¿Sal corriendo? No pienso dejarte a ti y a los otros solos.-

-Escucha. Huir es lo mejor que puedes hacer por nosotros. Ve a Bahía del Botín. Lo encontraras fácilmente por el olor a pólvora y alcohol detectable incluso para un olfato humanoide normal. Allí busca al Barón Revilgaz, un goblin que suele encontrarse en la planta superior de la posada junto a un tauren. Es el líder de los Aguasnegras, enfrentados a los Velasangre. Seguro que si le cuentas todo lo ocurrido haciendo hincapié en los Velasangre tomará cartas en el asunto.-

-De acuerdo, Kronüs.-

-Confiamos en ti, solo quiero que sepas que si no salgo de esta, me habría encantado…-La voz desapareció de pronto, alarmando enormemente a Estelae y llenándole de gran furia.

-¡Kronüs! ¡Responde!-Y la elfa lanzó un grito de furia.

Al poco apareció el Caporal por la puerta, a tiempo de ver, o al menos sentir, como una pantera se abalanzaba sobre él y se dirigía a salir del barco. El Caporal miró en la habitación pero allí solo encontró un manojo de cabos y ninguna elfa. Se volvió rápidamente, dando la voz de alarma a los bucaneros, pero la pantera era demasiado rápida.

Pronto la pantera salió al exterior. Se encontraban en una pequeña cala oculta por la vegetación. Allí los bucaneros habían establecido un pequeño puerto con numerosas tiendas de campaña. Bajó del barco y se dirigió a donde se encontraban los retenidos. El gnomo se encontraba tirado en el suelo inconsciente y sangrando levemente de la cabeza. La pantera miró con furia a los bucaneros que torturaban al gnomo. Deseó lanzarse sobre ellos. Deseo arrancarles la piel a tiras. Deseó destriparlos. Pero recordó que había mejores formas de ayudar y salió corriendo, ocultándose por la vegetación mientras los Velasangre disparaban con sus pistolas sin acertar al zigzagueante objetivo.

El Caporal surgió furioso del navío y se dirigió hacia el gnomo inconsciente. Le golpeó con todas sus fuerzas de forma repetida, despertando la cólera de los compañeros.

-¡Maldito bastardo!- Exclamó Bector furioso.- ¡Solo a un cobarde se le ocurre golpear a alguien indefenso!-

El Caporal cesó en su empeño de matar a base de golpes al gnomo y se volvió lentamente a Bector.

-¿Qué es lo que ha dicho?-

-Cobarde.- Saltó Anaysha.- Eso es lo que te ha dicho. No eres más que un cobarde que no sabe más que ocultarse en criminales y atacar a aquellos que no pueden defenderse. Eres peor que un crío, incluso te enfadas cuando otros consiguen lo que tú quieres, ¿no es…?- Anaysha no pudo terminar la frase, pues el Caporal le cruzó la cara de un golpe, tal como ella había hecho al principio de la travesía, solo que de un puñetazo, rompiéndole el labio.

Bector saltó furioso, aún atado y placó como pudo al Caporal, tirándolo al suelo mientras Razor observaba todo lo ocurrido

-¡Ven! ¡Ven si eres hombre y enfréntate a mí cara a cara!-

El Caporal se alzó con prepotencia y arrogancia, se colocó de nuevo el sombrero, apartó de una patada a Defi, que se había empeñado en roerle la bota de cuero, y desenvaino el alfanje. Hizo un rápido corte vertical que liberó a Bector de los cabos que lo sujetaban.

-Encantado. ¡Que alguien le pase su arma!- Uno de los bucaneros obedeció a regañadientes y le entregó a Bector su Molnyr. El enano balanceó el martillo satisfecho.

-Orejas picudas, será mejor que reces a alguna deidad que creas que te vaya a salvar, porque lo que es la Luz, no perdona a cobardes.- Y el enano se lanzó brutalmente al Caporal. Este se vio abrumado por la velocidad con que se movía el enano a pesar de la pesada armadura y del martillo a dos manos de metal. Sin embargo, el elfo pudo esquivarlo, evitando que le rompiese las costillas de un solo golpe. En respuesta, lanzó un tajo a la espalda del enano, pero allí solo encontró el duro metal de la armadura y la hoja rebotó lanzando leves chispas. De nuevo Bector lanzó otro ataque, esta vez con la intención de golpearle duramente en la sien y romperle el cráneo. El Caporal lo esquivó agachándose ágilmente, aunque no llegó a ver que el enano ya se lo esperaba y lanzó una patada, dándole en la cara a Mardant y probablemente desencajándole la nariz.

Mientras el Caporal recuperaba la compostura, Bector se fijó en como los bucaneros se mantenían en tensión, listos para saltar y para cortarles el gaznate a sus compañeros si el elfo caía. Sabía que no podía ganar, sabía que no debía ganar. Kronüs se lo había explicado antes de contactar con Estelae, debían hacer todo lo que pudieran para ganar el máximo tiempo posible.

El Caporal lanzó a traición arena a los ojos del enano, cegándolo momentáneamente y se lanzó dispuesto a cortar el corto cuello del paladín. Esto no pudo ser, sin embargo. Bector lanzó un rugido de furia y una explosión de luz surgió de su cuerpo, lanzando a Mardant varios pasos atrás con alguna quemadura superficial. Anaysha y Razor estaban sorprendidos, al igual que el Caporal, pues era la primera vez que veían a Bector usar su poder de la Luz y habían empezado a pensar que lo de ser paladín era mera palabrería. Por suerte, se habían equivocado.

El Caporal se levantó de nuevo, tambaleante pero dispuesto a golpear al enano. Bector no parecía mucho mejor. Estaba poco habituado a usar la energía Sagrada, y había liberado una gran cantidad de golpe, dejándole bastante debilitado.

Cuando ambos contendientes se disponían a intercambiar más golpes, unos gritos provenientes de la espesura empezaron a sonar. Pronto, varios hombres, goblins y demás razas empezaron a aparecer, lanzándose de forma rápida hacia los Velasangre. Eran los Asaltantes Aguasnegras e iban liderados por el Barón Revilgaz y Estelae en su forma felina.

Mientras los Asaltantes luchaban con los Velasangre, continuando el caos que ya había empezado Bector al dar el golpe final a Mardant para dejarlo inconsciente y liberaba a sus compañeros, Estelae se fue rápidamente a Kronüs, el cual yacía sangrando y con graves moratones por todo el cuerpo. Lo desató con su zarpas, volvió a su forma élfica y se lo colocó en su regazo. Por un momento Kronüs entreabrió los ojos e hizo un esfuerzo de sonreír mientras hablaba casi en un susurro.

-¿Qué horas son estas…?-

Estelae lloró a la vez que reía. Se alegraba de que siguiese vivo. Temía que en lo que ella tardaba él hubiese…Pero no fue así, seguía ahí, a su lado, tal como le prometió en la silenciosa y solitaria habitación del médico de abordo. Le prometió que siempre estaría ahí para cuidarle y ella lo agradecía. Kronüs, por su parte, volvió a cerrar los ojos y cayó en la inconsciencia de nuevo.



***



A la mañana siguiente, la compañía desayunaba por última vez la comida del señor y la señora Jhonson. El Barón Revilgaz fue de gran ayuda y se mostró magnánimo, pues se alegraba de haber podido frustrar algún plan de los Velasangre. Una vez que toda la batalla hubo acabado, todos los bucaneros, así como los marineros traidores y el Caporal Mardant fueron apresados. Todos los prisioneros Velasangre fueron cedidos por la Alianza a las autoridades del Cártel Bonvapor, pero tanto los marineros como, y especialmente, el ex-Caporal Mardant serían llevados en el Mano de Elune, liderado ahora por un navegante de confianza de los Aguasnegras.

Cuando todos hubieron marchado, Kronüs, ya recuperado de las heridas de la pasada noche, se encontraba en la terraza de la posada de Bahía del Botín contemplando junto a Estelae las mansas aguas. Bector, Anaysha, Llenthy y Razor se acercaron a la “no-pareja” y Anaysha fue la primera en hablar.

-Bueno Kronüs, ¿qué piensas hacer ahora?-

Kronüs se volvió a Anaysha y sonrió con calidez.

-Pues aún tengo que cumplir con mi tarea. Cierto es que nos han dicho que ya no estamos en obligación, visto los últimos acontecimientos, pero deseo ayudar con esa enfermedad tan misteriosa que está teniendo lugar en la jungla. ¿Y vosotros? ¿Qué vais a hacer?-

Anaysha sonrió aún con el labio levemente malherido al gnomo.

-Pues yo la verdad, es que visto lo visto, me he dado cuenta de que no eres capaz de defenderte por ti mismo…--Vaya, gracias.--Y por eso, he pensado que debía quedarme contigo para que Llenthy y yo pudiésemos protegerte en tu expedición.-

-¿De verdad? Vaya, te lo agradezco de veras.-

-No des toda tu gratitud a la orejas picudas- Saltó Bector con entusiasmo.- Yo también voy a quedarme contigo. Atraes a los enemigos mejor que la miel a las moscas. Además, no dormiría tranquilo sabiendo que la única defensa que tienes es esta patética elfa y su gatita.- Ante esto Anaysha le dio un buen coscorrón al enano.

-Al menos dúchate antes de que empecemos la investigación.- Replicó Kronüs divertido y con la alegría a flor de piel por sus compañeros. Su mirada pronto se posó en Razor, que miraba para otro lado.

-¿Y tú, Razor?-Razor se volvió lentamente a Kronüs. Parecía enfadado con el gnomo y su rostro estaba en completa tensión.

-¿Estás de guasa? Otra vez me habéis obligado a hacer buenas acciones. El gremio de estafadores, ladrones y similares se reirá de mí cuando me vean en la calle. Mi reputación está por los brillantes y limpios suelos de los malditos bienhechores…-Parecía a punto de explotar, pero pronto su rostro se relajó mostrando una media sonrisa.- Sin embargo…A la mitad de los que están en esta ciudad les debo dinero y vosotros sois los únicos que me toleráis, más o menos, así que me apunto. Puede que encuentre algún tesoro antiguo por el camino.-

Kronüs asintió satisfecho. Estelae miró a Kronüs con una ceja alzada, a la espera.

-¿Y bien? ¿A mi no me preguntas?-Kronüs sonrió a la joven elfa, como solía hacerle, con calidez y humildad, como si le desease una eterna felicidad.

-¿Era necesario?- La elfa se acercó al gnomo, mirándole fijamente a los ojos, como dispuesta a tirarlo por el balcón. No fue así. La elfa mostró una cálida sonrisa, alzó levemente la cabeza y besó con timidez la frente de Kronüs.

-No, no lo era.-

Y ambos, elfa y gnomo se alegraron mucho de haberse embarcado en aquel viaje hace ya tanto tiempo. Se alegraban, se alegraban muchísimo.

Continuara…

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