Explicación y Dedicatorias

Los textos aquí expuestos son una serie de historias escritas por mí como autor aficionado que desearía dar a conocer.

Reconozco que los primeros seis capítulos están bastante "verdes" en lo referente a madurez literaria, por lo que es a partir del septimo capítulo donde considero presente una mayor elaboración y renovación del estilo. (Demostrada en el argumento de dicho capítulo).

A pesar de ello, mantengo esos seis capítulos como una forma de dar a conocer los origenes de mi querido personaje, así como de mi trayectoria literaria y también porque, al igual que un padre jamás reniega de sus hijos, cualesquiera que sean sus defectos, ningún escritor debe jamás avergonzarse de ninguna de sus obras.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Un gnomo en Ventormenta

Capítulo 10: El monóculo del cazador(I)

Sucesos, experiencias, acontecimientos. Todas estas palabras adquieren muchos valores. Estos valores dependen de la perspectiva, la óptica, el punto de vista desde donde se observen. Muchos son los puntos de vistas pero estos no son más que piezas minúsculas de un mosaico que deben colocarse todas en conjunto para observar el hermoso dibujo que oculta en él.

La noche oscurecía con su titilante manto a la ciudad sin sueño de Bahía del Botín. Nadie dormía. Los gritos, los cantos y los alborotos se oían por todas partes. Los barcos se mecían perezosamente en el puerto como bebes en sus cunas y los guardias goblins marchaban por la ciudad con paso lento y calmado.

Todo parecía en calma mientras el Segador Helado contemplaba la ciudad desde el tejado de las Autoridades del Puerto Viejo. Todo parecía en calma, exceptuando el jolgorio que tenía lugar en la taberna. Una pantera saltaba de tejado en tejado y pronto alcanzó la posición del Segador, el cual se mantuvo imperturbable. El felino se colocó a su lado y el cabo de unos segundos empezó a hablar con voz propia.

-¿Por qué no vas con los demás a divertirte?-La figura encapuchada negó lentamente.

-Alguien debe vigilar.-La voz sonó de forma clara en su mente. Era neutra y no viajaba por el aire, literalmente sonaba dentro de tu mente.-Deberías marcharte. Es peligroso para ti que me vean contigo.-

La pantera se aproximó más al gnomo y de nuevo su voz, dulce y cantarina, volvió a sonar, esta vez como un susurro.

-No me importa. Además, ¿qué van a pensar? Simplemente que tienes una mascota, jijiji.-

El Segador no dijo nada. Se limitó a observar toda la Bahía hasta que sus ojos se posaron en la Taberna del Grumete Frito, un edificio construido con madera reciclada de barcos que, de hecho, presentaba un barco que le atravesaba como si hubiese impactado con el edificio. Tres cuartas partes del jolgorio y el alboroto de la ciudad provenían de ese edificio, el cual, por suerte o por desgracia, era donde se hospedaban. La comida era básicamente la propia de muchos marinos, es decir, carne y pescado ahumado; y las camas parecían hechas de esparto, pero era mejor que dormir a la intemperie. Llevaban ya un par de días allí hospedados desde lo sucedido en el Mano de Elune, pero aún debían esperar a pertrecharse lo suficiente como para iniciar sus investigaciones en la jungla.

-¿Qué andan haciendo nuestros compañeros?- Preguntó pensativo el Segador mientras la pantera se acicalaba una pata cual gato domestico.

-Hm…Pues Bector y Anaysha están con uno de sus duelos a base de cerveza y “Albert” anda desvalijando a los marineros a base de juegos de cartas.-

-¿”Albert”?- Preguntó levemente confuso el Segador.-Pensaba que era “Robert”.-

-Ha vuelto a cambiárselo. “Robert” ya se había vuelto muy conocido por la ciudad.- Dijo la pantera contemplando a las ventanas de la taberna. Resultaba sorprendente la facilidad con que Razor podía adoptar un nuevo nombre y personalidad para evitar que los marineros se ensañasen con él tras haber descubierto sus diversos trucos en los juegos de cartas. Razor ya había conseguido sacarle más de una moneda de plata a casi toda la ciudad y, extrañamente, nunca tenía dinero suficiente cuando le exigían que les fuese devuelto SU dinero.

-Algún día tengo que hacer algo con él….-Masculló el Segador. La pantera se acurrucó a su lado, y empezó a ronronear, al notar la calidez del cuerpo del gnomo bajo aquella oscuridad ilusoria. El Segador, aunque sabía lo peligroso que era para ella estar con él en aquel momento, no podía apartarla de su lado, la necesitaba con él. Pronto la pantera notó como una mano invisible le acariciaba el lomo con ternura. Todo se sumió en un plácido silencio, solo hasta que empezó a aumentar el volumen del alboroto de la taberna y muebles salían disparados de las ventanas. Los dos se alzaron y salieron corriendo hacia el epicentro del desastre.

Cuando las dos figuras llegaron a la taberna, pudieron oír como los parroquianos insultaban a Razor, aparentemente por haber hecho trampas. Este, junto con Bector y Anaysha, trataban de mantenerlos a raya, pero eran demasiados. Afuera, las miradas de la pantera y el Segador se cruzaron.

-Ve a por ellos.-Dijo el Segador.-Yo crearé una distracción para facilitarte las cosas.-

La pantera asintió y desapareció en dirección a la puerta trasera. En el interior de la taberna, la reyerta estaba en su apogeo. Razor, Anaysha, Llenthy y Bector estaban rodeados por todos los clientes, enojados, aunque temerosos de que la tigresa Llenthy les diese un buen zarpazo.

-Nos has metido en una muy buena, bien hecho ladronzuelo.-Exclamó Bector mientras agitaba amenazadoramente su Molnyr para mantener a raya a los parroquianos.- ¿Es que no sabes jugar limpiamente?-

-¿Y dejar que se lleven mi dinero “duramente” ganado?- Razor puntualizó esa pregunta escupiendo al suelo.- Antes me arranco mi ojo bueno.-

-Mira, no es mala idea.-Opinó Anaysha mientras daba una patada directa al flanco de un demasiado atrevido cliente que había decidido acercarse solo hacia los tres. Esto no hizo sino aumentar la furia de los presentes, que habían comprendido rápidamente que muchas veces la cantidad es mejor que la calidad. Extrañamente, todo el alboroto cesó por un repentino frufrú que vino seguido de una oscuridad total cuando todas las lumbres se apagaron por un misterioso viento, generando gran confusión. Los golpes, las caídas y los gritos se sucedían a un ritmo frenético. Mientras el caos crecía a su alrededor, la compañía de los tres fue dirigida por unas manos delicadas hacia la puerta trasera. Una vez que la compañía hubo salido, la luz se hizo de nuevo presente en la taberna. El tabernero Skindle, que se había ocultado tras la barra para evitar el peligro, salió de su escondite con cuidado y encontró a los anteriormente feroces marineros ahora tirados en el suelo, gimiendo de dolor y agarrándose el estomago o, en algunos casos, la entrepierna.

Ya en el exterior y bien lejos de la taberna la compañía pudo ver que su salvadora no era otra que la joven druidesa Estelae ColmilloLunar. Corrieron por entre los callejones hasta que estuvieron suficientemente ocultos y alejados como para que no les descubriesen. Se sentaron a recuperar el aliento y Bector y Anaysha le clavaron la mirada a Razor.

-¿Qué? Oh, vamos, reconocedlo. La mayoría de los que jugaban conmigo usaban trucos más sucios…-Bector gruñó algo y Anaysha miró en derredor. Luego su mirada se posó en Estelae.

-¿Y Kronüs? ¿Nos lo hemos dejado atrás? Como pillen a ese pequeño, no tendrá ninguna posibilidad contra todos esos bebedores, no te ofendas.-

-No me ofendo.- Dijo una voz a espaldas de Anaysha. Todos miraron en aquella dirección y allí estaba. Un gnomo joven, entrado recientemente en la mayoría de edad, con un pelo negro alborotado, una barba muy tupida, unas gafas bastante excéntricas, portando una túnica de tonos purpúreos y apoyándose perezosamente en un bastón con piedras anaranjadas flotantes en el extremo. Kronüs sonreía con tranquila alegría al grupo mientras tres de los cuatro le miraban extrañados, la otra solo emitió una leve risilla.

-¿Cómo demonios te has librado de aquellos camorristas?- Preguntó Razor.

-Con magia.- Respondió el gnomo mientras reía divertido.

Los demás no supieron como rebatir aquello, así que prefirieron dejarlo pasar.

-Bueno, bromas aparte…Deberías dejar de hacer trampas en los juegos. Como solía decir mi padre: “¿Qué gracia tiene hacer las cosas por el camino fácil?”-

-Pues que hay que hacer menos esfuerzos…-Refunfuñó Razor, ganándose un capón por parte de Bector y provocando sonoras risas entre los presentes.

-Bueno, será mejor que esta noche descansemos.-Anunció Kronüs atrayendo la atención de los demás.- Mañana por fin empezaremos el trabajo de investigación, ya iba siendo hora. Estaba aburriéndome de estar todo el día sentado con el mar como único entretenimiento así como los juegos de manos, la bebida fermentada y las peleas en la taberna.-

Un gemido surgió tanto de Bector como de Razor, y fue Razor quien puso voz a los pensamientos de ambos.- ¿Por qué lo bueno siempre se acaba…?-

-Mira que sois idiotas, jujuju.-Murmuró Anaysha mientras acariciaba con mimo a Llenthy, la cual tenía desde hace un rato a la ardilla mecánica Defi a su espalda, agarrada como un koala. Kronüs dio una enérgica palmada para devolver a todos a la realidad.

-Lo dicho, a descansar, que mañana hay trabajo que hacer.-Todos los presentes se levantaron y se pusieron en camino a volver a sus lechos entre refunfuños y bostezos.



***



Kronüs se encontraba a la espera de la salida de la ciudad portuaria de Bahía del Botín. Había madrugado para recoger los suministros necesarios y prepararlos adecuadamente. Mientras esperaba, contempló la entrada de la ciudad. Semioculta en la piedra, como la entrada de una mina, esta se veía adornada por las enormes mandíbulas de alguna clase de megalodonte que, en vida, debió ser una terrible visión. Y encima de la misma se encontraba una enorme vela que portaba el clásico signo de todos los filibusteros, una calavera sempiternamente sonriente con dos tibias cruzadas.

Pronto, el gnomo pudo escuchar a un grupo de personas que se acercaban y conversaban. La curiosa compañía saludo al gnomo, Razor con cierto tono perezoso, y cogieron sus respectivos bártulos, dispuestos a ponerse en marcha.

La compañía recorrió en silencio el sendero mientras los sonidos de la jungla los embargaba. De cualquier rincón surgía algún sonido, ya fuese el canto de un pájaro, el gruñido de un gorila o el rugido de alguna clase de gran felino, con sus consecutivas respuestas. Todos miraron en derredor, con la idea de que alguno de aquellos sonidos supusiese una orden de carga contra ellos. Nada ocurrió.

-Me pregunto que se dirán entre ellos.- Preguntó en un momento dado el pequeño gnomo al aire.- Supongo que debe ser muy importante para ellos.-

-Je, ¿por qué no se lo preguntas a tu amorcito? Seguro que lo sabe.- Dijo burlonamente Razor.

Kronüs y Estelae bajaron la mirada con cierto rubor en sus rostros provocando una leve risotada de Anaysha y Razor murmuró algo parecido a “Bah, son como niños…”.Al final, Kronüs miró con gesto interrogativo a Estelae y esta alzó su mirada al cielo. Aunque la noticia de que era un druidesa ya se había hecho eco dentro del grupo, todavía ella se sentía incómoda con ello. Aún así, respondió.

-Bueno…No gran cosa…Son del estilo de “Este es mi territorio, que nadie entre” o “¡Ey, aquí hay mucha comida” o “Aquí hay un buen macho listo para perpetuar la especie”…-Estelae se encogió de hombros, dando a entender que los animales no eran de los mejores dialogantes que uno podía encontrar.

Los cinco prosiguieron caminando en silencio hasta que un sonido de explosión se elevó en el aire, provocando el alboroto entre las aves de la zona. Estelae corrió unos metros en dirección del sonido, seguida de Anaysha, y se puso oído avizor:

-Cazadores…-

-Hay muchos por la zona.- Añadió Anaysha y todos se calmaron un poco. La Vega de Tuercespina resultaba una zona virgen, donde la vida salvaje se desarrollaba en todo su esplendor. Así, esta zona apenas explorada se había convertido en el hábitat no solo de los animales de la zona, sino también de piratas, contrabandistas, cazadores y demás; y eso sin contar las numerosas sociedades tribales de la zona.

La Vega de Tuercespina era la cuna de tribales y antiguas sociedades trolls, mucho más salvajes que la tribu Lanza Negra, miembros de la Horda, y por lo tanto, no presentaban remilgos a la hora de acabar con la primera persona que cruzase su territorio. Numerosos eran los relatos de exploradores que habían intentado parlamentar con ellos para sentar cabeza, y bien que habían sentado cabeza, en una pica como excelente elemento ornamentativo.

Por otro lado, los cazadores eran personas medianamente razonables, sobretodo cuando poseían armas de fuego, era en ese momento donde llegaban a la razonable conclusión de que casi siempre sobrevivía el que estaba del lado de la culata.

Estelae observó con cierto gesto dolorido en la dirección de la que provenía el sonido y suspiro con tristeza.

-¿Cómo pueden acabar así como así con los animales?-Todos se encogieron de hombros y fue Razor quien respondió con un tono irónico.

-¿Por qué no le preguntas a la señorita Anaysha? Al fin y al cabo ella es una cazadora.-

-Bah.-Exclamó Anaysha molesta por el comentario.- No me compares con esos asesinos de animales, yo respeto la naturaleza y los animales como auténticos compañeros. Soy completamente distinta a esas…Esas….”Bestias”.-Y pronunció esto último con odio.

-Bueno, sea como sea, es su trabajo, y en esta vida cada pobre diablo tiene que ganarse su jornal, ¿a que sí?- Replicó Razor, mostrando comprensión hacia los cazadores. Kronüs, por su parte, les recordó que tenían cosas que hacer y que no debían retrasarse más, así que prosiguieron el camino. Este resultaba totalmente tortuoso, con numerosos altibajos, varios ataques por parte de animales, casi siempre apaciguados por Estelae o Anaysha, y con una asfixiante humedad a su alrededor y un calor totalmente sofocante. La vegetación suponía una buena barrera y las diversas elevaciones de terreno no es que facilitasen la tarea. Tuvieron que hacer numerosos altos para descansar y reponer fuerzas. Todavía se encontraban lejos de cualquier fuente de agua dulce o campamento amigo. A pesar de ello, poseían bastantes provisiones y, en tiempos de necesidad, Kronüs podía hacer uso de sus hechizos de conjuración para proveerlos con agua y comida mágica, no demasiado nutritiva, pero era mejor que morir de hambre o sed.

Tras un largo día caminando, la noche acabó llegando y la compañía decidió buscar algún sitio para dormir. Encendieron una lumbre para ahuyentar a los animales y se pusieron a comer alrededor. Estaban agotados, y fue Bector quien preguntó a Kronüs cuanto les faltaba. Este sacó un mapa de su zurrón y lo examinó con cuidado.

-Jum…Según los informes, la epidemia empezó a aparecer por la zona más al norte de la Vega, así que creo que en un par de días como este, más o menos, habremos llegado, eso claro está si no hay percances.-Los demás suspiraron agotados y continuaron cenando. En un momento dado, Kronüs, azuzado por la curiosidad, no pudo evitar preguntar:

-¿Qué pensáis hacer cuando acabemos esta expedición?-Los demás dejaron de comer, exceptuando a Bector, pensativos. Anaysha fue la primera en responder.

-Bueno, supongo que esperar a ver donde me envían mis superiores. Seguro que hay más lugares donde requieran mi ayuda.-Kronüs asintió, resultaba una respuesta bastante propia de Anaysha. Por parte de Bector primero sonó un leve gruñido satisfecho mientras comía y luego, tras pasar la bola de alimentos con un buen trago al odre, respondió.

-Pues yo…Supongo que iré a Forjaz, a entrenar a los novatos de la Mano de Plata. Esos chavales imberbes no saben lo que es ser un auténtico, casto y aguerrido paladín.-

-¿Acaso tú lo sabes?-Preguntó divertida Anaysha, recibiendo como respuesta un gruñido de Bector, el cual se tomó unos segundos para recuperar la serenidad. Masculló algo en silencio y prosiguió con su comida. Kronüs, por su parte, posó su mirada sobre Razor, el cual se había mantenido en silencio y que, cuando se percató de la mirada, puso una de sus clásicas sonrisas socarronas.

-Es más que obvio…Me iré por Ventormenta y me gastaré el dinero tal y como se merece. ¿Y vosotros?- Dijo esto último a Kronüs y Estelae, los cuales alzaron sendas cejas sorprendidos.- ¿Os iréis a vivir juntos y demás cursiladas?-Tal comentario provocó carraspeos incómodos, rubores y que Estelae bajase la cabeza hasta donde su cuello se lo permitía. Los tres se mantuvieron a la espera de una respuesta, cual colegiales chismosos.

-Bueno…Es demasiado pronto…Aún no hay nada claro…-Dijo Kronüs tímidamente en un susurro. Razor deseaba meter más el dedo en la llaga pero Anaysha, compadeciéndose de los dos, se procuró que dejase el tema en paz. Todos terminaron de cenar, apagaron la fogata y se fueron a dormir, tras haber organizado las guardias.

Kronüs se quedo al cargo de la primera guardia. Se sentó en una de las numerosas rocas cubiertas de musgo de la zona y, acompañado de Defi, comenzó a escudriñar la oscuridad. Todo estaba en calma, los anteriores sonidos de la fauna habían cesado. Kronüs murmuró una serie de palabras y sombras venidas de todas partes empezaron a concentrarse a su alrededor, cubriéndole por completo como una larga y sombría manta. Una capa de escarcha empezó a cubrir su bastón y una afilada hoja de guadaña surgió del extremo superior. Fue entonces cuando unos luceros heladores empezaron a observar. Fue entonces cuando el Segador Helado era y Kronüs dejó de ser, al menos por un rato.

El Segador observó con calma la oscuridad, ahora más visible para él. Guadaña en ristre, estaba listo para cualquier asalto. Un sonido apenas imperceptible. Pasos en la tierra. Algo se acercaba. El Segador dejó que el atacante se confiase. Una vez cerca, emergió de entre las sombras y amenazó con su filo al cuello del desconocido.

-¡Soy yo!- Gritó en un susurro asustado una voz femenina-Soy yo…-Los luceros pudieron observar en las sombras que se trataba de Estelae. Apartó la guadaña con cuidado y el Segador se mostró avergonzado.

-Lo…Lo siento…-El Segador volvió a su roca y se sentó allí, con la guadaña apoyada en su hombro derecho. Estelae volvió a respirar y se acercó lentamente a la sombría figura. Posó su mano en lo que esperaba que fuese el hombro izquierdo del gnomo.

-Te preocupas demasiado…- Le dijo con dulzura.- Te preocupas demasiados por los que te rodean. Siempre te sacrificas por la gente que quieres y no puedes respirar para ti. ¿No puedes ser un poco egoísta por una vez?-

El Segador se mantuvo en silencio contemplando la naturaleza durmiente a su alrededor, pensativo.

-No puedo…No está en mi naturaleza…Y menos desde que tú sabes mi secreto. Algún día alguien lo descubrirá, irán a por ti, te raptaran, te torturaran, llegaran a matarte con tal de conseguirme. Yo soy un peligro para tí, por eso a veces…-El Segador calló.

-¿A veces qué?- Preguntó Estelae confundida.

-A veces…He llegado a pensar que no deberías estar cerca de mí…-Estelae observó fijamente al Segador y luego mostró una sonrisa de comprensión.

-Ahora sí que estás siendo egoísta.-El Segador se volvió a la elfa, ocultamente confundido.-Tanto para mí como para ti. Yo deseo estar contigo pase lo que pase, y tú, en lo más hondo de tu corazón, sientes lo mismo. ¿No es así?-

El Segador miró fijamente a los ojos de la elfa. Las sombras empezaron a revolverse y la capa de sombras comenzó a desvanecerse, así como la escarcha del bastón. Al final solo quedó el gnomo Kronüs, el cual miraba con una triste sonrisa a la elfa y le cogía con delicadeza la mano.

-Soy un poco idiota, ¿no?- Preguntó algo avergonzado el gnomo. La elfa se limitó a sonreír mientras le acariciaba la mejilla.

-No, solo te preocupas demasiado por los otros.-La elfa abrazó al gnomo y así se quedaron un rato hasta que la elfa dijo:

-Aún así, sigo pensando que es demasiado pronto para irnos a vivir juntos.-El gnomo rió en voz baja ante el comentario, demostrando que no pensaba rebatir a al elfa y la animó a que volviese a dormir mientras el seguía con la guardia. Ella le hizo caso y se marchó en silencio. Kronüs prosiguió con la guardia hasta que tocó el cambio de turno y se fue a dormir también.



***



El sol de la mañana empezaba a alzarse en el cielo, haciendo que los cálidos rayos de sol llegase a la durmiente compañía. Todos dormían placidamente cuando Anaysha fue despertada por los lametones de Llenthy. Entreabrió los ojos y sonrió a la tigresa.

-Buenos días amiga mía.-

Anaysha se levantó lentamente, observó a sus compañeros que seguían completamente dormidos entre ronquidos y suspiros y no pudo evitar mostrar una sonrisa de enternecimiento. Marchó a donde habían dejado los víveres con el objetivo de coger un poco de agua para despejarse. Para su sorpresa, al llegar allí, encontró todos los paquetes rasgados, abiertos y sin víveres. La elfa maldijo algo entre dientes y se fue a despertar a sus compañeros lo más rápido posible.

Una vez que todos hubieron despertado, la elfa los guió hasta el lugar de los hechos para examinarlo.

-Está claro que lo ha hecho algún animal salvaje.- Explicó Anaysha.

-Tiene razón, hay muchas huellas por aquí y los cortes no se han hecho con simples cuchillos.- Añadió Estelae.

-Pero no tiene sentido.-Terció Kronüs.- Dejamos los víveres colgados de aquel árbol para evitar precisamente esto.-Dijo señalando a la cuerda que seguía atada a los jirones de la bolsa.- Además, se suponía que alguien estaba de guardia. ¿Quién fue la última guardia?-Todos se miraron los unos a los otros y se dieron cuenta de que faltaba cierto humano ladronzuelo. Bector apretó los puños, produciendo un amenazar sonido de cuero tensado.

-Yo me lo cargo.- Kronüs se puso frente a Bector para intentar tranquilizarlo. -Venga venga, seguro que no ha sido culpa suya, vayamos con él y hablemos.-

Todos se dirigieron al puesto de guardia y allí se encontraron a Razor dormido sentado sobre la roca con el ojo cerrado dando cabezadas. Bector gruñó de nuevo y Anaysha parecía estar empezando a perder la paciencia también.

-Yo me lo cargo.- Dijeron ambos al unísono.

Bector se acercó en silencio hasta estar justo al lado de Razor. Hizo un gesto, como pidiendo permiso al resto de los presentes y Kronüs suspiro. Luego dio un leve asentimiento y Bector sonrió con cierta maldad. Alzó el puño y le dio un buen golpe en la cabeza, tirándolo directamente al suelo.

Razor se levantó confundido, se frotó la cabeza dolorido y observó en derredor hasta que su mirada se centró en sus compañeros que le miraban con reproche.

-¿Qué? ¿Qué?-Preguntó aturdido.

-Razor… ¿Te quedaste dormido mientras estabas de guardia?- Preguntó Kronüs con tacto.

-¿Por quién me tomas? Yo no me duermo, solo reposo el ojo. Vigilar toda la noche no es algo muy fácil, ¿sabes?-

-Ya ya….Por cierto, ¿has tomado algo de los víveres?- Preguntó Kronüs aparentemente sin interés alguno.

-Bueno…-Empezó Razor lentamente.- Tal vez cogí un pequeño tentempié, pero nada grande. Solo para calmar el hambre.-

-Ya… ¿Y te acordaste de volver a dejar colgada la bolsa?-Preguntó lentamente el gnomo.

-Pues…Esto…Yo, jeje, os vais a reír.-Bector se revolvió furioso, dispuesto a darle una buena paliza a Razor. Suerte para este que los otros tres lo retuvieron para calmarlo.

-¡Me lo cargo, me lo cargo…!-

Kronüs trató de calmar la situación y decidieron seguir con su expedición. Tuvieron la suerte de haber encontrado ciertas frutas comestibles cerca de su asentamiento. Pero no volverían a tener la misma suerte seguramente. Siguieron andando durante un buen trecho. El hambre les punzaba el estomago y evitaban hablar entre ellos para no malgastar energías. El camino se hacía más difícil por momentos y la comida mágica apenas aportaba nutrientes necesarios.

El sol había pasado ya de su punto más alto y ponía rumbo hacia el oeste cuando la compañía, agotada decidió sentarse a descansar y recuperar el aliento. En eso que estaban descansando, empezaron a oír un murmullo a lo lejos que se alzaba sobre el sonido habitual de la fuana de la zona.

-¿Qué es eso?- Preguntó Kronüs intrigado. Las dos elfas agudizaron el oído, fue Anaysha la primera en responder.

-Vítores…Y aplausos…Y… ¿Choques de armas?-Toda la compañía se miró extrañada y salieron raudos al lugar de origen de aquel extraño sonido. El sonido se iba haciendo cada vez más claro que se iban acercando. Pronto, se vieron frente a frente con la entrada de una arena circular enorme, escoltada por dos estatuas enormes de serpientes y con tallados antiguos propios de las antiguas culturas trolls, como señalaría Kronüs más adelante.

Al lado de la entrada había un letrero bastante burdo que rezaba “Arena de Gurubashi. Se aceptan apuestas”.

-Vaya, vaya…-Exclamó Razor sorprendido.- Había oído de ella en el Grumete Frito. Se trata de un lugar regentado por los goblins de los Velasangre donde la gente va a ver combates. Se hacen apuestas y demás por el ganador y tal. Y este suele recibir un jugoso premio.-

-¿Y que pasa con el perdedor?- Preguntó inocentemente Estelae.

-Que la espicha.-Respondió tajantemente Razor sin ningún reparo. Kronüs suspiró aparentemente algo enojado.

-Menudo barbarie…Ni los animales hacen esto…-Kronüs dejó de hablar cuando un goblin escoltado por un ogro armado salió de la entrada. Eran la “típica pareja de negocios”. Los goblins resultaban seres codiciosos y de un afilado ingenio, que valoraban el oro por encima de cualquier otra cosa, exceptuando su propia vida, claro está. De ahí que los goblins se hayan asociado en más de una ocasión con los ogros. Seres toscos, torpes, con un intelecto que apenas supera al de las piedras y que, sin embargo, hacen las veces de grandes guardaespaldas, protegiendo los intereses de su patrón, recibiendo inocentemente, un sueldo minúsculo y protegiendo al timador de la gente que ha sido igual de timada que él.

El goblin mostró una vulpina sonrisa y se acercó la compañía frotándose las manos satisfecho.

-Ah, clientes. ¿Vienen a apostar, buenos señores? ¿O quizás vienen a competir por el jugoso premio?-

-Oh, nosotros…--¿De que se trata el premio?- Preguntó Razor cortando rápidamente a Kronüs.

-Jijiji, el que consiga ganar al campeón de hoy podrá elegir entre tres mil monedas de oro o suministros como para alimentar a un poblado. Bueno, si desean algo, estaré dentro para servirles.-El goblin les dio un folleto antes de marcharse. Toda la compañía se miró con complicidad y se alejaron del lugar para hablar, exceptuando a Kronüs que se quedó atrás.

Una vez un poco más alejados todos leyeron rápidamente el folleto. Parecía sencillo. Un combate, una ronda. El que ganaba, ganaba, y el que perdía…Perdía. Solo quedaba una cuestión por zanjar.

-¿Quién va a luchar?- Preguntó Razor mirando a los presentes.

-Bueno…-Empezó Anaysha mirando el folleto.- El combate es uno contra uno, con la posibilidad de usar animales de combate. Llenthy y yo podríamos encargarnos de este asunto.- Explicó ella.

-¡Sí claro! Y dejar que una orejas puntiagudas se quede con toda la diversión. Ni hablar, seré yo el que combata, ¿alguna objeción?- Preguntó Bector, mirando a todos. Razor alzó las manos con una pícara sonrisa.

-A mí no me mires. Si puedo conseguir la comida sin luchar yo, pues mejor para mí.-

-Venga chicos dejadlo ya. Diles que paren, Kro… ¿Kronüs?-Estelae miró en derredor buscando al gnomo y los demás hicieron lo mismo.

-Yo lucharé por vosotros, buena gente.- Una misteriosa voz sonó desde las copas de los árboles y una figura saltó desde una de las ramas hasta dejarse caer ágilmente en medio de la compañía. Se trataba de la sombría figura que todos habían visto durante el abordaje pirata y que había supuesto una importante baza en aquel momento. El Segador Helado alzó la mirada y miró fijamente a los presentes con la guadaña perezosamente apoyada en su hombro derecho.

-Lucharé y os daré el premio a vosotros. ¿Alguna objeción?- Nadie se atrevió a contrariar a la sombría figura, portadora de una enorme arma blanca, todo sea dicho. Así, se fueron yendo todos al interior del coliseo para contemplar el espectáculo. Todos excepto Estelae que se quedó observando al Segador fijamente.

-Vete con los demás.- Ordenó la voz neutra del Segador.

-No.- Replicó desafiante Estelae.- No voy a dejarte que luches tú solo. Siempre harás lo mismo, ¿verdad? Irás tú solo a luchar, para defenderme. Pues ahora te digo que yo también sé luchar, ya lo viste en aquel barco. No soy una mera damisela en apuros.-

El Segador se mantuvo unos minutos en silencio hasta que cayó en algo.

-Solo puede participar una persona.- Dijo el Segador, creyendo haber ganado la batalla. Para su sorpresa, Estelae mostró una dulce sonrisa.

-Pero se permiten animales de combate.- Replicó con cierto tono cantarín.



***



Bector, Razor, Anaysha, Llenthy y Defi se encontraban sentados en las gradas. Todo estaba muy concurrido y apenas se podía oír por encima de las voces de los espectadores así como de los vendedores de comida y bebida.

-Tengo costillas, pinchitos, bocadillos, fruta fresca, cerveza, leche, zumo, agua…-

-¡Una de cerveza, joven!-Gritó Bector a uno de los goblins vendedores y este le sirvió una jarra de turbia, amarillenta y espumosa bebida. Bector le dio un buen trago, ignorando las miradas de reproche de los demás. Era sorprendente como los espectáculos violentos y sangrientos podían atraer la atención de tanta gente. Parecía como si los espectadores ignorasen que realmente se perdían vidas en aquel lugar. Pero, ese era el riesgo que corrían los luchadores de aquel lugar. Se suponía que ellos elegían aquel destino. Pronto, Anaysha se percató de la ausencia de dos de sus compañeros.

-¿Y Estelae? ¿Y Kronüs?- Bector continuó con su bebida y Razor andaba entretenido con un cono de papel con pipas que había comprado a otro goblin.

-Se estarán dando el lote, digo yo…-Respondió Razor despreocupado mientras se ocupaba de una cáscara de pipa algo complicada. Anaysha decidió ignorarlo.

La arena era básicamente un círculo de arena con algunos restos de sangre seca y con dos rejas que suponían las entradas de los respectivos contendientes. Pronto, el goblin de antes bajó por unas escaleras que eran la única entrada alternativa a la arena. Se colocó más o menos en el centro y usando una bocina de lata empezó a hablar a los espectadores.

-¡Queridos clientes! ¡Hoy tendremos la oportunidad de disfrutar de otro gran espectáculo. Una lucha de vida o muerte, donde uno de los dos se alzará con la victoria, mientras que el otro…Bueno, no se alzará mucho del suelo, que digamos. ¡Con todos ustedes, los nuevos aspirantes! ¡El Segador Helado y su pantera, Cielonocturno!-Bector escupió cómicamente la cerveza que tenía en la boca sobre Razor.

-¿Cuándo ha conseguido ese tipo una pantera?-Preguntó Bector consternado, ignorando las quejas de Razor.

-Creo que yo lo sé…- Respondió preocupada Anaysha, no perdiendo de vista lo que ocurría en la arena.

Abajo, las rejas se abrieron y salieron a la luz el Segador y Estelae en su forma de pantera. El Segador contempló a todos los espectadores allí presentes. Debían ser más de doscientos.

-Pensar que he de usar al Segador para esto…-Suspiro avergonzado el Segador Helado y la pantera emitió una risilla gatuna.

-Bueno, ¿qué le vamos a hacer? Tú tomaste la iniciativa. Dime, ¿qué te parece mi nombre de artista?-

-Jum…Mentiría si dijese que no es bonito, pero no creo que sea muy adecuado para un animal de combate.-

-Jo, los hombres no entendéis de esas cosas.-

-Será…-

El goblin alzó de nuevo la bocina una vez que la “no-pareja” hubo salido a la arena, situándose a su lado, y se hubo cerrado la reja.

-Y en el otro lado, el único, el imbatible, el oscuro soberano de la arena: ¡Colmillo de Sierpe!-Las rejas se abrieron, dando paso a un Renegado enfundado en oscuras ropas de cuero y con medio rostro tapado por un pañuelo negro. Portaba una espada curva y una daga y, a pesar del proceso de descomposición que había sufrido su cuerpo, se movía con soltura y agilidad.

-Será una broma…-Comentó por lo bajo el Segador.

-¿Le conoces?- Le susurró Estelae.

-Pues…Es justamente uno de esos tipos de los que quería mantenerte alejada. Será mejor que tengas cuidado, no dudará en matarte.-

El Renegado terminó de acercarse hasta ponerse pañuelo a capucha con el Segador.

-Vaya, vaya. Volvemosh a vernosh de nuevo, Shegador.-

-Colmillo de Sierpe, pensé que habías muerto al caer de Dálaran. Siempre consigues levantarte de tu tumba…Literalmente.-

-Deja losh juegosh de palabrash, Shegador. ¿Por qué hash venido aquí? ¿Te falta el dinerito?-Estelae lanzó un gruñido amenazador hacia Colmillo de Sierpe y soltó un zarpazo que el Renegado esquivó sin apenas esfuerzo.

-¿Y quien esh tu gatita? ¿Ya no te atreves a luchar sholo?-

-Je, no es así. Simplemente es un poco cabezota. Aún así te ganaré, no creo que estés haciendo nada bueno aquí.-

-Ya veremosh…Ya veremosh…-

-¡Competidores!- Gritó el goblin ya desde las gradas con su bocina.- ¿Listos para el combate? ¡Que comience la masacre!-

Kronüs y compañía se encontraban recorriendo una de las junglas más peligrosas de todo Azeroth. Sin víveres,la compañía se había visto obligada a presenciar un espectaculo barbárico donde sus campeones, el Segador Helado y una misteriosa pantera, deberan enfrentarse a la archinémesis del primero,Colmillo de Sierpe, el cruel asesino no-muerto. ¿Cómo acabará este inesperado combate? La respuesta en la segunda parte de este capítulo de Un Gnomo en Ventormenta.

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